LA CAÑADA DE LA CELADA, siglo XII, Cutanda

2.54. LA CAÑADA DE LA CELADA (SIGLO XII. CUTANDA)

Tras más de cuatro siglos de espera, el rey aragonés Alfonso I el Batallador acababa de reconquistar para los cristianos la ciudad de Zaragoza, que era la llave de todo el valle del Ebro. No obstante, su posesión todavía no estaba asegurada, pues cabía pensar una lógica reacción de los almorávides que, en efecto, no se dilató mucho, tras reunir un importante contingente de hombres y animales en al-Andalus.



Alertado del imponente ejército almorávide que se avecinaba desde Levante, el rey Alfonso I preparó de manera concienzuda la batalla que se presumía definitiva, de modo que ordenó a sus vigías y ojeadores que localizaran posibles escenarios favorables. Luego, en su tienda de campaña, rodeado por todos sus capitanes, el rey eligió de entre los lugares seleccionados una cañada —un valle estrecho pero poco empinado— que estaba cerca de la población de Cutanda, zona muy apropiada para poner tropas en celada, es decir, ocultas y amparadas por el terreno.
Una vez que se aseguró de que no había espías enemigos que pudieran descubrir su táctica, dirigió y concentró en la cañada elegida a sus huestes, ordenando destacar en dirección a la marcha de los almorávides algunas partidas poco numerosas de hombres armados. Cuando estos grupos fueron avistados por los moros, simularon que rehuían la lucha por miedo, y fueron retrocediendo hacia la «cañada de la celada».
Al-Tamín, el jefe almorávide, se cebó en aquellas partidas a las que trató de perseguir y, sin darse cuenta de la estratagema del Batallador, se encontró con la sorpresa que ni esperaba ni deseaba. La celada urdida en la cañada había dado su fruto y el lugar quedó sembrado de cadáveres, restos de los cuales se pueden descubrir todavía hoy.
Aparte del significado moral y de las consecuencias que la victoria tuvo para la seguridad de las tierras que Alfonso I había reconquistado, incluida Zaragoza, el botín tomado al enemigo fue impresionante, destacando más de dos mil camellos.
[Esteban, Rafael, Estudio histórico-político..., págs. 43-44.]


Cutanda es una localidad española perteneciente al municipio de Calamocha, en el Jiloca, provincia de Teruel, Aragón. Está situada a 1059 msnm y a una distancia de 83 km de Teruel. Su población era de 187 habitantes en el censo de 1990, 76 en el 2011.

Solo pasa un río cerca de este municipio en época de lluvias o cuando hay riadas (por lo general su cauce sirve de sendero), por lo tanto el cultivo de secano es su principal fuente de ingresos. De esta localidad era originario el edil del PP Gregorio Ordóñez, asesinado por ETA. Su padre era natural de Cutanda.

Por este pueblo pasa la ruta del Cid.

Cutanda se encuentra a 14 km al levante de Calamocha, y su castillo, conocido por la victoria de Alfonso I (1120), estuvo bajo varios tenentes y perteneció a aquella marca que gobernaban los señores de Belchite. A fines del siglo XIII se inició el señorío de la mitra de Zaragoza, que duró siglos. El castillo fue atacado por los castellanos en 1445, y todavía estaba en servicio en 1839, aunque no lo asaltaron los carlistas, pero se derruyó después de la segunda guerra carlista. Sus ruinas yacen sobre un otero próximo al pueblo y se reducen a un muro de 12 metros de longitud y 2 de espesor, recubierto de sillería, en cuya cara interna conserva restos de una bóveda de crucería, y sería la capilla o una sala, al parecer, de buena arquitectura. Andrés y Valero cita obras realizadas en 1243, 1500 y 1554, éstas, según el manuscrito de Espés, se referían a terminar aposentos, escalera, chimenea, etc. Los arzobispos lo destinaban a cárcel y depósito de cobros. Sería pues, una de las muchas obras que acometió el arzobispo Hernando de Aragón.

A diferencia de otros lugares de alrededor, la villa de Cutanda no formó parte de la Comunidad de Daroca.

La Batalla de Cutanda:

Tras la conquista de Zaragoza (por parte de Alfonso I), los Almorávides al mando de Ibrahim ibn Yuüsuf organizaron un gran ejército que frenara los avances de Alfonso I. La batalla favorable al rey aragonés (ayudado por Guillermo IX, duque de Aquitania), se dio el 17 de junio de 1120 en los campos de Cutanda, cerca de Calamocha. Así pudo el batallador consolidar sus conquistas, ocupando Calatayud, Daroca, alto Jalón y la orilla derecha del Ebro.

En el siglo XIV aún se decía: “Peor fue que la de Cutanda”.

En invierno tiene unas temperaturas muy frías, sin embargo en verano el calor es sofocante.





Guillermo de Poitiers —en occitano, Guilhem de Peiteus—, conocido también como Guillermo IX de Aquitania o Guillermo el Trovador —en francés, Guillaume le Troubadour— (22 de octubre de 1071-Poitiers, 10 de febrero de 1126), fue un noble francés, noveno duque de Aquitania, séptimo conde de Poitiers y primero de los trovadores en lengua provenzal del que se tiene noticia.

Nació en 1071, hijo de Guillermo VIII de Aquitania y de su tercera esposa, Audéarde de Borgoña, hija del duque Roberto I de Borgoña. Cuando falleció su padre en 1086, heredó unos dominios más extensos que los del propio rey de Francia, de quien era nominalmente vasallo. En los años 1101 y 1102, participó tardíamente en la primera cruzada tras la caída de Jerusalén. Sostuvo varias guerras contra los condes de Tolosa. Fue excomulgado en dos ocasiones, una de ellas por abandonar a su esposa legítima y arrebatarle a la fuerza la mujer a su vasallo el vizconde de Châtellerault. Entre 1120 y 1123 combatió junto a Alfonso I el Batallador, su concuñado, para intentar arrebatar a los musulmanes el reino de Valencia.
La vinculación de Guillermo el Trovador y Alfonso el Batallador es doble. De una parte, Inés de Aquitania —hermana de Guillermo el Trovador— casó con Pedro I de Aragón, el cual falleció sin descendencia masculina, heredando sus reinos su hermano Alfonso el Batallador. De otra, porque a la muerte del Batallador, que falleció sin descendencia, heredó sus reinos su hermano Ramiro II el Monje, el cual casó con Inés de Poitou, hija de Guillermo el Trovador. De ahí que el Trovador resultara cuñado de Pedro I de Aragón y concuñado de sus hermanos, Alfonso el Batallador y Ramiro el Monje.

De su matrimonio con Felipa de Tolosa tuvo los siguientes hijos:

Inés de Poitou (c. 1105-c. 1159), esposa de Aimar de Thouars y de Ramiro II de AragónGuillermo X de Poitiers (1099-1137), último duque de AquitaniaRaimundo de Poitiers (c. 1115-1149), por su matrimonio con Constanza, príncipe consorte de Antioquía.

Guillermo de Poitiers es el primer poeta de nombre conocido en las literaturas románicas. Se conservan 11 poemas suyos, en que la temática amorosa es tratada a veces con gran crudeza: se autodenominaba «trichador de dòmnas», alardeaba de sus proezas sexuales y muchos de sus poemas están dedicados a su amante, Maubergeonne, a la que llama la Peligrosa. En otra composición, pide a sus caballeros que le ayuden a escoger caballo:

Caballeros, aconsejadme en esta duda:
—nunca escoger me fue tan difícil—:
No sé si quedarme con [la dama] Agnes o con [la dama] Arsen.

Cavalier, datz mi cosselh d'un pessamen:
—Anc mays no fuy issaratz de cauzimen—:
Res non sai ab qual me tengua, de n'Agnes o de n'Arsen.

En chapurriau de Beseit:

Caballés, donéume consell de un pensamén:
Perque may me va sé triá tan difíssil:
Res no sé en quina me tinga, de la Agnes o de la Arsen.

En otros poemas, muestra una sensibilidad enteramente diferente:
Ab la doussor del temps novel
folhon li bosc e li auzel
chanton chascus en lor lati
segon lo vers del novel chan:
adonc esta ben qu'om s'aizi
d'aisso dont om a plus talan.

Con la dulzura de la primavera
bullen los bosques y los pájaros cantan
cada uno en su latín
según el ritmo del nuevo canto:
así conviene que cada uno se regocije
en lo que más desea.

En chapurriau de Beseit:
En la dolsó del tems nou
fulle lo bosque (y follen) los muixóns
canten cadaú en lo seu latín (o llatí)
segóns lo vers del nou can:
aixina que está be que se disfruto
d´aissó que mes mos agrade.
Acogió en su corte al bardo galés Blédri ap Davidor, quien introdujo en las literaturas románicas la leyenda celta de Tristán e Isolda.