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LA CORONACIÓN DE PEDRO II EN ROMA


114. LA CORONACIÓN DE PEDRO II EN ROMA (SIGLO XIII. ROMA)

Pedro II, rey de Aragón, hizo un viaje que hoy llamaríamos de Estado a Roma, cuando ya llevaba gobernando los destinos del reino desde hacía ocho años. Allí, ante el Papa y con la intervención de éste, fue coronado solemnemente rey de los aragoneses.

De lo que ocurrió en Roma, así como del acto de la coronación efectuada por Inocencio III, pronto comenzaron a correr versiones y noticias de todo tipo, algunas no exentas de cierta verosimilitud.

Parece ser que, según la leyenda naturalmente, era costumbre que el papa, para poner de mayor relieve la dignidad pontificia, colocaba la corona sobre la cabeza de los reyes coronados con los pies, en lugar de hacerlo, como parece lógico, con las manos.

Pedro II, que se enteró de esta curiosa costumbre protocolaria cuando se hallaba en Roma, la estimó algo vejatoria y humillante para cualquier autoridad secular, por modesta que fuera, pero sobre todo para el representante de un reino tan importante como el aragonés. Ideó entonces cómo evitar pasar por el trance sin que ello molestara al pontífice.

Tras barajar varias alternativas con sus asesores, Pedro II se decidió finalmente por la de confeccionar una corona de pan blando, con escasa corteza, que hizo elaborar y cocer el mismo día en que iba a tener lugar el acto de la solemne coronación.

Se preparó con todo detalle la ceremonia, a la que acudieron, aparte de los representantes vaticanos, no sólo la delegación aragonesa, sino también embajadores de otros Estados. Tras el rey Pedro II, un camarlengoportaba una bandeja con la corona de pan encima. El salón era todo luz.

Cuando llegado el momento de la coronación Inocencio III se descalzó y quiso tomar el pan con los pies para proceder como era costumbre, se vio imposibilitado para manejar la corona de pan blando, de modo que se vio obligado a tomarla con las manos para colocarla en la cabeza de Pedro II.

[Blancas, Jerónimo, Comentarios a las cosas de Aragón, pág. 5.

A la memoria de Jerónimo de Blancas, cronista del Reino de Aragón
https://archive.org/details/comentariosdela00blangoog/

Palacios, Bonifacio, La coronación de los Reyes de Aragón, 1204-1410, pág. 23.]



LA CORONACIÓN DE PEDRO II EN ROMA


Pedro II de Aragón el Católico en un acto feudal en febrero de 1198. Es la única imagen contemporánea al rey de Aragón que se conoce. Aparece sentado en el trono y coronadoLiber feudorum Ceritaniae (1200-1209).

Pedro II, Osca, als presentz, fuero, bando, occitano aragonés


Pedro II de Aragón, apodado «el Católico» (Huesca, julio de 1178a​-Muret, actual Francia, 13 de septiembre de 1213), fue rey de Aragón (1196-1213), conde de Barcelona (como Pedro I, 1196-1213) y señor de Montpellier (1204-1213). Era hijo de Alfonso II el Casto de Aragón y Sancha de Castilla.


Nació, casi con toda probabilidad en el mes de julio de 1178 en Huesca, ciudad en la que estaba su padre Alfonso II que ese mismo mes otorgó al menos dos documentos. Recibió el bautismo en la catedral de Huesca. Su infancia transcurrió en la capital altoaragonesa criado por su ama Sancha de Torres.

Pedro II gobernó como rey de Aragón, conde de Barcelona y señor de Montpellier; según Iglesias Costa esto suponía asumir el reconocimiento sobre Sobrarbe y Ribagorza, aunque esos títulos se omitieron desde Alfonso II.b​ Estos eran antiguos condados ya unidos al Reino de Aragón en tiempos de Ramiro I.

En líneas generales, el reinado de Pedro II estuvo dedicado a la política en los territorios transpirenaicos con limitados resultados y finalmente fracasada, lo que, aparte de la merma crónica de recursos financieros y el endeudamiento de la corona durante su reinado, determinó una menor atención a la frontera hispánica, logrando apenas alguna posición avanzada en territorio andalusí, como Mora de Rubielos (1198) Manzanera (1202) Rubielos de Mora (1203), Camarena (1205) y Serreilla, El Cuervo, Castielfabib y Ademuz (1210)​ si bien desempeñó un papel político de apoyo a una acción cristiana conjunta que frenara la fuerza del poder almohade en la península, y participó activamente junto a Alfonso VIII de Castilla y Sancho VII de Navarra en la campaña que culminó en la batalla de Las Navas de Tolosa en 1212, un triunfo cristiano, según muchos decisivo, y de gran resonancia ya en aquellos momentos.

Pedro II renovó la infeudación o vasallaje de Aragón a San Pedro (al igual que ya hicieran tiempo atrás Sancho Ramírez y Pedro I) con su coronación por el papa Inocencio III en el monasterio de San Pancracio de Roma en noviembre de 1204, adquiriendo también el compromiso de la concesión al Papado de una suma anual.​ Esta política de legitimación papal le convirtió en el primer monarca del reino que fue coronado y ungido. A partir de él y por concesión de la Santa Sede en bula dictada el 6 de junio de 1205, los monarcas aragoneses debían ser coronados en la Seo de Zaragoza de manos del arzobispo de Tarragona tras solicitar la corona al Papa (formalidad que implicaba el permiso de Roma), haciéndose extensiva esta prerrogativa a las reinas en 1206.

Casado en 1204 con María de Montpellier, un matrimonio guiado por sus intereses en el mediodía francés que le proporcionó la soberanía sobre la ciudad de Montpellier, su escasa vida marital estuvo a punto de crear una situación de crisis sucesoria por falta de heredero. La reina María dio finalmente un hijo, Jaime I, que garantizó la continuidad de la dinastía aunque hubo un intento de divorcio, que el Papa no concedió, para casarse con María de Montferrato, heredera nominal del reino cruzado de Jerusalén, por entonces inexistente ya en la práctica.

Murió el 13 de septiembre de 1213 en la batalla de Muret, cerca de Toulouse.

https://historiaragon.com/2017/09/12/la-batalla-de-muret/


occitania, Aragón, 1213
occitania, Aragón, 1213
Pedro II no renunció a la política en Occitania y con él se dan, a la vez, la culminación y el fracaso de esa política en la Corona de Aragón que, heredada de la casa condal de Barcelona desde el siglo xi y las campañas con ayuda de magnates ultrapirenaicos de Alfonso I de Aragón, su padre Alfonso II había acrecentado en su doble condición de Rey de Aragón y Conde de Barcelona.

Ramón Berenguer I había iniciado, en oposición a los condes de Tolosa, una política de penetración en Occitania del condado de Barcelona con la adquisición de los territorios de los condados de Carcasona y Rasés (más tarde perdidos a manos de los Trencavel), que continuó en el siglo xiii con Ramón Berenguer III y IV, consolidando su posición en la zona como condes de Provenza y obteniendo, entre 1130 y 1162, el vasallaje de numerosos señores en la zona.

Alfonso II, en el contexto de la expansión almohade (que actuaba de freno a la expansión hacia el sur en la Península Ibérica), pero ahora también como primer soberano titular de la Corona de Aragón (lo que le proporcionaba una base de poder territorial más amplia) había reforzado su presencia en Occitania frente al expansionismo del condado de Tolosa y estuvo «a punto de crear un reino pirenaico que englobara las cuencas del Ebro y del Garona». Pedro II será quien con más decisión lo intentará hacer realidad, culminando la tradición dinástica occitana ahora en un nuevo contexto de alianzas ante el intento de expansión en la zona de otra monarquía rival, los capetos.

Pese a que el condado de Provenza, perteneciente a la Casa de Aragón-Barcelona, había sido asignado a su hermano Alfonso II de Provenza, Pedro II mantuvo su actividad en aquel complejo tablero de intereses marcado por su atomización política, el intento de expansión francesa sobre ella, el desarrollo del catarismo y los consiguientes conflictos con el papa Inocencio III, interesado en erradicarlo e imponerse en la zona.

En 1200 concertó el matrimonio de su hermana Leonor y Raimundo VI de Tolosa. En un concilio en Bagnères-de-Luchon de 1201, Bernardo IV de Cominges se hizo vasallo del rey de Aragón, a cambio de la entrega del Valle de Arán, que pertenecía al rey católico. En 1202 se celebró la boda del conde de Tolosa con la infanta Leonor.
En 1204, Pedro II se casó con María, heredera del conde de Montpellier, teniendo además, como vasallo, a Ramón-Roger Trencavel, vizconde de Béziers y Carcasona. Ese mismo año intervino en la zona forzando una paz entre su hermano, el conde de Provenza, y el conde de Forcalquier, aliado de Pedro II.


Asimismo se hizo feudatario de la Santa Sede en noviembre de ese mismo año, sin duda con las miras puestas en jugar un papel político en la zona desde una posición de preeminencia y legitimidad, en su condición de rey coronado por el Papa y distanciado del catarismo, contra el que tanto en Provenza como en Montpellier se tomaron algunas medidas, teniendo que sofocar en esta última ciudad una revuelta en 1206.

Por otro lado, interesado en una alianza con el Sacro Imperio Romano Germánico, comprometió a otra de sus hermanas, Constanza, con el rey de Sicilia Federico II Hohenstaufen, matrimonio que se culminó en 1210, para ser en 1212 coronadas como emperadores del Sacro Imperio.

A lo largo de los siglos xii y xiii, la influencia del catarismo, una herejía cristiana con orígenes en Asia Menor y los Balcanes (paulicianos y bogomilos), se había ido extendiendo en el occidente latino y consolidado con fuerza en la llamada Occitania o territorios del actual mediodía francés, donde se estructuró una Iglesia cátara con varios obispados y cuyo epicentro era la zona de la ciudad de Albí, por lo que también se lo denomina movimiento albigense. La situación de coexistencia con esta iglesia rival, tolerada por los poderes de la zona (situación favorecida por la atomización del poder político y la ausencia de un centro de poder efectivo en Occitania, nunca logrado por el condado de Tolosa), amenazaba allí la hegemonía de la Iglesia romana.

Al mismo tiempo, la prosperidad occitana despertaba la ambición expansionista de la monarquía francesa de los Capetos y de sus baronías de la Isla de Francia, dispuestos a servirse de cualquier argumento para intervenir en los territorios de la Langue d'oc. Por su parte, Inocencio III encontró en la monarquía francesa el medio más favorable de atajar la «herejía» y reducir a sus prosélitos a la obediencia a Roma, por lo que se mostró siempre complaciente y predispuesto a favorecer las empresas del rey francés, a quien también apoyará en la batalla de Bouvines y en sus conflictos con Inglaterra. De esta comunión de intereses surgió la cruzada contra los albigenses que se empezó a fraguar a inicios del siglo xii y que finalmente el papa predicó en toda la cristiandad latina, con especial éxito en la Isla de Francia, legitimando al monarca francés en su política expansiva al enviar contra los territorios occitanos –considerados heréticos por Roma– un poderoso ejército mandado por Simón de Montfort bajo la denominación de Cruzada.






Dinero de Pedro II de Aragón (1205-1213). Anverso: Busto del rey coronado. Leyenda: PETRO REX. Reverso: Cruz procesional sobre vástago con florituras de ramas a los lados o «arbor ad modum Floris» (mal llamada "Encina de Sobrarbe", como se interpretó desde el siglo XVI). Leyenda a ambos lados del vástago: ARA-GON.

Dinero de Pedro II de Aragón (1205-1213). Anverso: Busto del rey coronado. Leyenda: PETRO REX. Reverso: Cruz procesional sobre vástago con florituras de ramas a los lados o «arbor ad modum Floris» (mal llamada "carrasca o encina de Sobrarbe", como se interpretó desde el siglo XVI). Leyenda a ambos lados del vástago: ARA-GON.

El acontecimiento que desató el conflicto fue el asesinato en enero de 1208 de Pierre de Castelnau, enviado a Toulouse como legado papal para mediar en nombre de Roma, que indujo al Papa a excomulgar al conde de Toulouse y promulgar la cruzada contra los albigenses.

La guerra «relámpago» en 1209 se dirigió inicialmente contra los vizcondados de la dinastía occitana Trencavel, donde se produjo la brutal toma de Béziers, con una matanza generalizada sin distinción de credo que quedó luego ilustrada en la célebre frase atribuida por las crónicas al legado papal Arnaud Amaury.​ Esta fase inicial de la cruzada acabó con el sitio y la subsiguiente toma de la ciudad de Carcasona en el verano de 1209, tras lo cual le fueron otorgadas al cruzado francés Simón de Montfort, por el propio legado papal, las tierras sometidas de la familia Trencavel. Desde sus nuevas posesiones mantendría una política de ataques y asaltos a los señoríos de la zona incluido el fracasado intento de toma de Toulouse en 1211 y comenzaba la persecución y quema de cátaros a través de la Inquisición, creada expresamente por Roma en 1184 con el objetivo de erradicar la llamada herejía cátara o albigense.

La situación creada generó entre los poderes occitanos un sentimiento de amenaza y repulsa ante la intervención francesa y la cruzada que era propicio para que Pedro II el Católico, como rey y vasallo del papado desde 1204, pudiera obtener una posición de prestigio en la zona actuando como intercesor ante el papado y protector ante Simón de Montfort (ya en la toma de Carcasona de 1209 evitó una matanza negociando con los cruzados una expulsión de los cátaros), prestigio acrecentado con su participación exitosa contra los musulmanes en las Navas de Tolosa. Habiendo obtenido el vasallaje del conde de Toulouse, Raimundo VI, y de otros poderes de la zona, desplegó una política de pacificación concertando el matrimonio de su hijo, el futuro Jaime I, con la hija de Simón de Monfort, entregándole a este, como garantía, la tutela del joven príncipe y único heredero del linaje, que permaneció en Carcasona. Asimismo negoció con Arnaud Amaury, ahora obispo de Narbona y también presente en la campaña de las Navas, la convocatoria de un sínodo en Lavaur para intentar la reconciliación.

Tras el fracaso de la reconciliación entre occitanos y Simón de Montfort, Pedro II se declaró protector de los señoríos occitanos amenazados y de Toulouse. Pese a que su hijo permanecía bajo tutela en poder de Simón de Montfort y la excomunión de Inocencio III, que había optado finalmente por apoyar la causa francesa, reunió finalmente un ejército en sus reinos y territorios peninsulares con el que pasó los Pirineos y junto a los aliados occitanos puso cerco a la ciudad de Muret, donde acudió Simón de Montfort. Partiendo de una situación ventajosa en cuanto a fuerzas y avituallamientos, en la campaña, parece ser, sus huestes actuaron con precipitación y desorganización sin esperar la llegada de todos los contingentes. Resultaría muerto al ser aislado por los caballeros franceses en un combate en el que el rey ocupaba una posición de peligro en la segunda escuadra, en lugar, según era lo habitual, de situarse en la retaguardia. La muerte del rey trajo el desorden y la desbandada entre las fuerzas tolosano-aragonesas y la consiguiente derrota.​ Muret supuso el fracaso y abandono de las pretensiones de la Corona de Aragón sobre los territorios ultrapirenaicos y, según el autor Michel Roquebert, el final de la posible formación de un poderoso reino aragonés-occitano que hubiera cambiado el curso de la historia de Francia y España.

Excomulgado por el mismo Papa que lo coronó, permaneció enterrado en los Hospitalarios de Toulouse, hasta que en 1217 el Papa Honorio III autorizó el traslado de sus restos al panteón real del Monasterio de Santa María de Sigena en Huesca, donde fue enterrado fuera del recinto sagrado.

Muerto Pedro II, Simón de Monfort mantenía aún en custodia a Jaime, el heredero al trono, que había quedado en ese mismo año de 1213 huérfano de padre y de madre, al morir también la reina María de Montpellier con solo 33 años en Roma, donde había viajado para defender la indisolubilidad de su matrimonio.

Ante esta situación, los nobles aragoneses y catalanes posiblemente solicitaran la restitución del joven heredero a Simón de Montfort. Se envió una embajada del reino a Roma para pedir la intervención de Inocencio III quien, en una bula y por medio del legado Pedro de Benevento, exigió contundentemente a Simón de Montfort la entrega de Jaime que se produjo finalmente en Narbona en la primavera de 1214, donde le esperaba una delegación de notables de su reino, entre los cuales se encontraba Guillem de Montredon, maestre del Temple en Aragón encargado de su tutela.

Siendo un niño, Jaime I de Aragón cruzará por primera vez los Pirineos para ser, junto a su primo, Ramón Berenguer V de Provenza, formado y educado con los templarios de Aragón en Monzón, deteniéndose antes en Lérida, donde le juran fidelidad unas Cortes conjuntas de Aragón y Condado de Barcelona.



JORNADA PRIMERA. NOVELA SEGONA.

Lo judío Abraham, animat per Giannotto de Civigní, va a la corte de Roma y, vista la maldat de los religiosos, torne a París y se fa cristiano.

La novela de Pánfilo va sé selebrada per les dones, y com estabe sentada a la seua vora Neifile, li va maná la Reina que, contán una historia, continuare lo orden del entretenimén. Y ella, com tan de corteses maneres com de bellesa estabe adornada, va contestá que de bona gana, y va escomensá aixina: 

Pánfilo mos ha mostrat a la seua novela la benignidat de Déu que no mire los nostres errors cuan vénen de algo que no mos es possible vore; y yo, en lo meu cuento, vull mostrátos cuán esta mateixa benignidat, soportán en passiénsia los defectes de qui tenen que doná de ella verdadé testimoni en obres y paraules y fan lo contrari, es per naixó mateix argumén de infalible verdat per a que los que creém continuém en mes firmesa de ánimo.
Tal com yo, grassioses Siñores, hay sentit di, va ñabé a París un gran mercadé y home bo que de nom Giannotto de Civigní, mol leal y recte y gran negossián de llana y roba; y teníe íntima amistat en un riquíssim home judío de nom Abraham, que ere tamé mercadé y tamé mol recte y leal. Veén aixó Giannotto, va escomensá a tindre gran llástima de que l´alma de un home tan valiós y sabio y bo se perguere per falta de fe, y per naixó amistosamen li va escomensá a rogá que dixare los errors de la fe judaica y se convertiguere a la verdat cristiana, a la que com santa y bona podíe vore sempre aumentá y prosperá, mentres la seua, per lo contrari, podíe vore cóm disminuíe y se anabe reduín. Lo judío contestabe que cap religió creíe ni santa ni bona fora de la judaica, y que en ella habíe naixcut y en ella volíe viure y morí; no ñauríe res que de alló lo faiguere moures. Giannotto no va pará de, passats algúns díes, repetíli paregudes paraules, mostránli, tan toscamen com la mayoría de los mercadés poden féu, per qué raóns la nostra religió ere milló que la judaica.
Y encara que lo judío siguere gran mestre de la ley judaica, com la gran amistat que teníe en Giannotto lo movíe, o potsé les paraules que lo Espíritu San ficabe a la llengua del home simple u faiguéren, al judío li van escomensá a agradáli mol los arguméns de Giannotto; pero tossut en les seues creénsies, no se les dixabe cambiá. Y encara que ell aguantabe, com no dixabe Giannotto de solissitál, hasta que lo judío, vensut per tan seguides instánsies, va di:

- Vale, Giannotto, a tú te agradaríe que me faiguera cristiano; y yo estic disposat a féu, tan sertamen que vull primé aná a Roma y vore allí al que tú dius que es lo vicari de Déu a la terra, y considerá los seus modos y les seues costums, y los de sons germáns los cardenáls; y si vech que la vostra fe es milló que la meua, com te has empeñát en demostrám, faré alló que te hay dit: y si no fore aixina, me quedaré sén judío com soc. Cuan Giannotto va sentí aixó, se va ficá mol triste, diénse an ell mateix:

«Hay perdut los esforsos que me pareixíe habé empleat mol be, creén que había convertit an éste; perque si va a la corte de Roma y veu la vida criminal y bruta de los religiosos, no sol no se fará cristiano, sino que si se haguere fet cristiano, sense duda se tornaríe judío». Y giránse cap a Abraham li va di:
- Ay, amic meu, ¿per qué vols passá eissa pena y fé tan grans gasto per a aná de aquí a Roma? Sense contá en que, tan per mar com per terra, per a un home ric com eres tú tot está ple de perills. ¿No creus que trobarás aquí qui te batejo? Y si tens dudes sobre la fe que t´amostro, ¿ñan mes grans mestres y homes mes sabuts allí que aquí per a podét aclarí tot lo que vullgues o pregúntos? Per tot lo que, al meu paréixe esta idea teua está de mes. Pensa que igual són allí tan pelats los prelats com aquí los has pogut vore y los veus; y aixó que aquells están mes prop del pastó prinsipal. Y per naixó, eixa moléstia, segóns lo meu consell, te servirá en un atra ocasió per a obtíndre algún perdó, en lo que yo te faré compañía.
A lo que va contestá lo judío:
- Yo crec, Giannotto, que sirá com me contes, pero per a resumítu en poques paraules, estic del tot disposat, si vols que faiga lo que tan me has rogat, a anámen. Giannotto, veén la seua voluntat, va di:
- ¡Vésten en bona ventura! - y va pensá que may se faríe cristiano una vegada haguere vist lo Vaticano de Roma; pero com res perdíe, va callá.
Lo judío va montá a caball y lo mes pronte que va pugué sen va aná a la corte de Roma, aon al arribá va sé per los seus compañs judíos honradamen ressibit; y vivín allí, sense di a ningú per qué hi habíe anat, en cuidadet va escomensá a fixás en les maneres del Papa y de los cardenáls y de los atres prelats y de tots los cortessáns; y entre lo que ell mateix va observá, com home mol furigaña que ere, y lo que tamé algúns li van contá, va trobá que tots, del mes gran al mes minut, generalmén pecaben deshonestíssimamen de lujuria, y no sol de la natural sino tamé de la sodomítica, se donaben pel cul, sense cap freno de remordimén o de vergoña. Ademés de aixó, eren tos llépols, bebedós, borrachíns y los mes farts que habíe vist may. Y los va vore tan agarrats, pretos, y afanosos de dinés que en dinés veníen y compraben bules y privilegis, fen en elles mes comérs y empleán a mes corredós de mercansíes que ñabíen a París de la moda o cap atre negossi, y habén a la simonía(acsió de comersiá en coses espirituals o religioses, com sacraméns, cárrecs eclesiástics)manifesta ficat lo nom de «mediassió» y a la gula lo de «manutensió», com si Déu, no ya lo significat de les palaures, sino la intensió de los péssims ánimos no coneguere y per los homes se dixare engañá per lo nom de les coses. Estes coses, mes atres moltes que tenen que callás, li van desagradá mol al judío, que ere sobrio y modesto, y pareixénli habé vist prou, se va proposá torná cap a París; y aixina u va fé. Allí, al sabé Giannotto que habíe tornat, esperán consevol cosa menos que se faiguere cristiano, va aná a vórel y se van fé mutuamen grans festes; y después de descansá algúns díes, Giannotto li va preguntá lo que pensabe del San Pare y de los cardenáls y de los atres cortessáns. A lo que lo judío va contestá:
- Me paréixen mal, que Déu los maldigue a tots; y te dic que, si yo sé be enténdre, cap santidat, cap devossió, cap bona obra o ejemplo de vida o de alguna atra cosa me va pareixe vore en cap religiós, mes que lujuria, avaríssia y gula, fraude, enveja y soberbia y coses paregudes y pijós, si de pichós ne pot ñabé; me va pareixe vore que es lo Vaticano mes una forja de dimonis que la antessala del sel. Tots se esforsen en reduí al no res y expulsá del món a la religió cristiana, allí aon hauríen de sé lo seu solamén y embastida. Y com vech que no passe alló en lo que se esforsen mes, sino que la vostra religió aumente y mes relluén y clara se torne, me pareix vore que lo Espíritu San es lo seu solamén, y vech esta religió com la mes verdadera y mes santa. Ara te dic en tota franquesa que per res dixaré de fém cristiano. Anem, pos, a la iglesia; y allí segóns les costums de la vostra santa fe me faré batejá. Giannotto, que esperabe un final exactamen contrari an este, al sentíl di aixó se va torná lo home mes contén que ha ñagut may: y a Nostra Siñora de París anán en ell, va demaná als móssens de allí dins que li donaren a Abraham lo batech. Y ells, sentín que ell u demanabe, u van fé a escape; y Giannotto lo va portá a la pila sagrada y lo va batejá en lo nom de Giovanni, y per homes de valor lo va fé adoctriná en la nostra fe, la que va adepéndre mol pronte; y va sé después un home bo y de santa vida.

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JORNADA DÉSSIMA. NOVELA OCTAVA.

JORNADA DÉSSIMA. NOVELA OCTAVA.

Sofronia, creén sé la dona de Gisippo, u es de Tito Quinto Fulvio y en ell sen va a Roma; aon Gisippo arribe en pobre estat, y creén que Tito lo despressie, afirme, pera morí, que ha matat a un home. Tito, reconeixénlo, diu, pera salvál, quel ha matat ell, y veénu qui u habíe fet, se inculpe an ell mateix; per naixó son ficats en libertat per Octavio, y Tito a Gisippo li done a san germana per dona y se repartix en ell tots los seus bens.

Filomena, per orde del rey, habén callat Pampínea y habén ya totes elles alabat al rey Pedro, y mes gibelina que los atres, va escomensá:

Magnífiques siñores, ¿quí no sap que los reys poden, cuan volen, fé les mes altes coses y que ademés an ells los cumplix espessialíssimamen lo sé magnífics? Quí fa lo que té que fé, fa be; pero no ña que maravillás tan ni alsáu tan alt en alabanses com convendríe a datre que u faiguere, que, tenín menos possibles de ell menos se esperare. Y per naixó, si en tantes paraules les obres del rey exaltéu y tos pareixen bones, mol mes tos han de agradá les dels nostres iguals cuan se assemellen a les del rey o són encara millós; per lo que una admirable y magnífica obra feta per dos siudadáns amics me hay proposat contátos en una historia.
Al tems de Octavio César, no encara com Augusto, sino desde lo triunvirato, regíe lo imperi de Roma, va ñabé a Roma un home noble de nom Publio Quinto Fulvio que teníe un fill de nom Tito Quinto Fulvio, de maravellós ingenio, lo va maná a Atenas a adependre filossofía, y lo va recomaná a un home noble de la siudat de nom Cremetes, un antic amic seu. Per lo que Tito va viure a la seua propia casa, en compañía de un fill seu de nom Gisippo; y los dos van estudiá en un filósofo de nom Aristippo. Y frecuentánse mol los dos joves, tan van arribá a assemellás en les costums que una fraternidat y amistat tan gran va naixe entre ells que may después va sé destruida mes que per la mort; y cap dells se trobabe be si no estáen juns. Habíen escomensat los estudis, y los dos dotats de altissim ingenio, pujaben a la gloriosa altura de la filossofía en passes iguals y en maravillosa alabansa; y en esta vida (en grandíssim plaé de Cremetes, que casi consideraba als dos com a fills seus) van está al menos tres añs. Después, com passe en totes les coses, va passá que Cremetes, ya agüelo, va tancá los ulls an esta vida, de lo que los dos van sentí igual doló, y ni los amics ni los paréns de Cremetes veíen a quín dels dos se habíe de consolá mes. Va passá, después de uns cuans mesos, que los amics de Gisippo y los paréns van está en ell y jun en Tito lo van animá a pendre dona, y li van trobá una jove de maravillosa hermosura y de nobilíssims paréns y siudadana de Atenas, de nom Sofronia, de uns quinse añs de edat. Y arrimánse lo momén de les futures bodes, Gisippo li va demaná a Tito un día que anare en ell a vórela, que encara no la habíe vist; y arribats a casa della, y están ella entre los dos, Tito, veén la hermosura de la novia del seu amic la va escomensá a remirá en molta atensió, y agradánli per tot arreu, sense donáu a coneixe, se va inflamá per nella. Pero después de está allí un tems, despedínse, sen van entorná a casa. Allí, Tito, entrán sol a la seu alcoba, en la jove que li habíe agradat va escomensá a pensá, y se va aná enamorán mes contra mes pensabe en ella, y va escomensá a dís: - ¡Ay! ¡Miserable vida la teua, Tito! ¿aón fiques lo teu ánim y lo teu amor y la teua esperansa? ¿Pos no saps de quí sirá esta dona? Pensa en los honors de Cremetes y la seua familia, y en la verdadera amistat que ña entre tú y Gisippo; an esta jove te convé tíndreli la reverensia que se li té a una germana. ¿Cóm es que la vols? ¿aón te dixes portá per lo engañós amor?, ¿aón per la lissonjera esperansa? Obri los ulls del intelecto y conéixte a tú mateix; díxali pas a la raó, refrena la gana, calma lo dessich y adressa a un atra part los teus pensaméns; fésli frente an este escomensamén de la lujuria, y vensíxte a tú mateix cuan encara estás a tems. Lo que vols no te convé, no es honesto; lo que te disposes a seguí, encara que fore segú que u alcansares, que no u es, hauríes de evitáu si mirares alló que la verdadera amistat te demane. ¿Qué farás, pos, Tito? Abandonarás lo amor indegut, si vols fé lo que es degut.

Y después, enrecordánsen de Sofronia, tornán cap atrás, tot lo dit u condenabe, diénse: - les leys del Amor són mes poderoses que cap atra; trenquen no sol les de la amistat sino les divines. ¿cuántes vegades ha volgut lo pare a la filla, lo germá a la germana, la padrina al fillol? Coses mes monstruoses que un amic vullgue a la dona del atre han passat mil vegades. Ademés de aixó, yo soc jove, y la juventut está sometuda a les leys del amor. La hermosura della mereix sé volguda per tots; y si yo la vull, que soc jove, ¿quí podrá empéndrem en raó? No la vull perque sigue de Gisippo, la vull tan com la voldría fore de qui fore; peque aquí la fortuna que lay ha consedit al meu amic Gisippo en ves de a un atre. Y si té que sé volguda per la seua hermosura mereixcudamen, mes contén té que está Gisippo, al sabéu, de que la vullga que un atre.

Y en este raonamén, burlánse an ell mateix, tornán al contrari, y de este an aquell y de aquell an este, no sol aquell día y la nit siguién, sino moltes atres, hastal pun de que, perduts la gana y la son, per debilidat va tindre que gitás. Gisippo, que mols díes lo habíe vist cavilán y ara lo veíe dolén, mol se dolíe, y se esforsabe en consolál, y en moltes instansies li preguntabe la raó dels seus pensaméns y de la enfermedat. Pero habénli moltes vegades Tito contestat en mentires y habénsen donat cuenta Gisippo, sentínse, sin embargo, Tito obligat, en ploreres y en suspiros li va contestá de esta guisa:

- Gisippo, si los deus hagueren volgut, a mí me siríe mol mes grata la mort que seguí vivín, pensán que la fortuna me ha portat a un puesto al que me ha convingut probá la meua virtut, y en grandíssima vergoña meua la trobo vensuda; pero per sert que espero pronte la recompensa que mereixco, es a di, la mort, la preferixco a viure en lo record de la meua vilesa; com a tú no puc ni ting que amagát res, en gran vergoña te la manifestaré. Y li va descubrí la raó dels seus pensaméns y la batalla de estos, y al remat de quí ere la victoria y que se moríe per l´amor de Sofronia, afirmán que, coneixén cuán li conveníe an ell alló, com a penitencia se habíe imposat lo morí, y creíe que pronte u conseguiríe. Gisippo, al sentí aixó y vore les seues ploreres, va reflexioná, com si de la bellesa de la jove estare mes tibiamen prendat; pero enseguida va deliberá que la vida del seu amic teníe que séli mes volguda que Sofronia, y aixina, apegánseli les llágrimes dell, li va contestá plorán: - Tito, si no estigueres tan nessessitat de consol com u estás, me queixaría de que haigues violat la nostra amistat tenínme tan tems amagada la teua gravíssima passió. Y encara que no paregue honesta, no ña per naixó que seláli al amic les coses deshonestes, perque lo qui es un bon amic, aixina com en les honestes coses sen alegre en lo amic, en les deshonestes se esforse per apartá de elles lo ánimo del amic. Pero abstenínme al presén, vindré a lo que vech que mes nessessites. Si en ardó vols a Sofronia, prometuda en mí, no me extraño, me extrañaríe que no fore aixina, veén la seua hermosura y la noblesa del teu ánim. Y com vols a Sofronia, tan te queixes injustamen de la fortuna, encara que no u digues, que a mí me la ha consedit, pareixénte que vóldrela tú siríe honesto si haguere sigut de un atre que no fora yo. Pero si eres discret com sols, ¿a quí podíe consedíla la fortuna, de qui mes grassies pugueres donáli, si no me la haguere consedit a mí? Consevol atre que la haguere tingut, per mol honesto que siguere lo teu amor, la hauríe volgut an ella mes que a tú, lo que de mí, si per tan amic me tens com soc, no tens que esperáu, y la raó es esta:
no men enrecordo, desde que som amics, de que yo tinguera res que no fore tan teu com meu; lo que, si tan lluñ hagueren anat les coses que no puguere sé de un atra manera, aixina faría en esta com en les atres; pero encara estam a tems de fé que sigue sol teua, y assó faré. Es verdat que a Sofronia la vull mol y en gran alegría esperaba les bodes en ella, pero com tú la vols en mes ardó, pots viure segú que sirá la teua dona a la meua alcoba. Y per naixó, aparta la melancolía, recupera la salut perduda y lo consol y la alegría, y espera contén lo premio del teu amor.
Tito, al sentí parlá aixina a Gisippo, encara que mol plaé li donare la esperansa de tíndrela, se avegoñíe y li pareixíe mal asseptála. Plorán, li va contestá:
- Gisippo, la teua liberal y verdadera amistat mol cla me amostre lo que a la meua amistat li convé fé. No vullgue Deu que aquella que te han donat a tú la ressibixca yo per meua. Pren, pos, contén, lo que has triat y te han donat, y a mí díxam consumím en llágrimes.

A lo que Gisippo va di:

- Tito, la nostra amistat me done llissensia pera forsát a seguí esta dessisió meua, y si tú no fas cas als meus rogs, en la forsa que té que fés en be del amic faré que Sofronia sigue teua. Sé cuánta forsa té l´Amor y que moltes vegades ha portat a una infelís mort als amáns; y te vech tan prop de aixó que no podrás vense les llágrimes y caurás a la dalla; y yo, sense cap duda, pronte te seguiría. Sirá, pos, teua Sofronia, perque fássilmen no trobaríes a datra que tan te agradare, y yo en fassilidat podré contentámos a tú y a mí. Potsé no siría tan liberal si les dones se trobaren en la mateixa dificultat que se troben los bons amics; per naixó, podén yo mol fássilmen trobá un atra dona pero no un atre amic com tú, vull per naixó (no vull di pédrela, que no la pedré donántela a tú) de be a milló transferíla, antes que pédret. Y per naixó te demano que ixques de esta aflicsió, y mos consolos als dos, y en esperansa del be, vivín te dispongues a la alegría quel teu amor dessiche de la dona volguda.
Encara que Tito se avergoñíre de consentí que Sofronia siguere la seua dona, espentánlo per una part l´amor y per latra insitánlo los ánimos que li donabe Gisippo, va di:

- Prou, Gisippo, faré lo que tú me dius, ya que la teua generosidat es tanta que li guañe a la meua vergoña. Pero u fach perque no sol ressibixco de tú la dona volguda, sino en ella la meua vida. Ojalá Deu puga alguna vegada mostrát cuán apressio lo que fas per mí. Después de estes paraules, va di Gisippo:

- Tito, en aixó, pera que tingue efecte, me pareix que ham de fé aixó: com saps, después de llargues negossiassións entre los meus paréns y los de Sofronia, ella se ha convertit en la meua prometuda; y per naixó, si yo ara dic que no la vull per dona, se montaríe un gran avalot y escándol, y se enfadaríen los meus paréns y los seus; potsé que si la abandono, los seus paréns la donon enseguida a un atre, y alomilló no sirás tú. Y per naixó me pareix, si te pareix be, que continúa lo que hay escomensat, y com dona meua la portaré a casa y selebraré les bodes; y después tú, de amagatóns, com u prepararém, en ella te gitarás com a dona teua; después, al seu puesto y al seu tems manifestarém lo assunto, y si los agrade, be estará, y si no los agrade, de totes formes ya estará fet y no podén tirá cap atrás, tindrán que contentás en alló per forsa.
Tito va está de acord, y Gisippo la va ressibí com a dona seua a casa. Están ya Tito curat y en bona salut; y fen una gran festa, al arribá la nit, les dones van dixá a la nova dona a la alcoba del seu home y sen van aná.
Estabe la alcoba de Tito apegada a la de Gisippo, y desde una se podíe entrá al atra. Están Gisippo a la seua alcoba, una vegada apagades totes les llums, sen va aná en cuidadet cap aon estabe Tito y li va di que ya podíe aná a gitás en la seua dona.
Tito, al sentí aixó, mort de vergoña, va voldre fés atrás y no hi volíe aná; pero Gisippo, lo va fé entrá allí. Al arrimás al llit, agarrán a la jove, com fen broma, en veu baixa li va preguntá si volíe sé la seua dona. Ella, creénse que ere Gisippo, li va contestá que sí, y ell, ficánli un anell al dit, li va di: - Y yo vull sé lo teu home.

Y consumán aixina lo matrimoni, mol rato y en mol plaé va chalá en ella, sense que ni ella ni dingú sen acataren de que no ere Gisippo lo que se gitabe en ella. Están, pos, en estos termes lo matrimoni de Sofronia y de Tito, Publio, son pare va tancá los ulls an esta vida, per lo que li van escriure que sense tardá tornare a Roma a velá pels seus assuntos. Y per naixó, va parlá en Gisippo de anássen y emportássen a Sofronia, lo que no se podíe fé sense manifiestá cóm estaben les coses; un día, cridánla a la alcoba, li van explicá tot lo assunto, y Tito li va doná probes. Ella, después de mirássels als dos ben enfadada, va escomensá a desfés en llágrimes, queixánse del engañ de Gisippo; y abans de que a casa de Gisippo ni una paraula se diguere de alló, sen va aná a casa de son pare, y allí an ell y a sa mare los va contá lo engañ de Gisippo, afirmán que ere la dona de Tito y no de Gisippo com ells creíen. Aixó va sé mol du pera son pare de Sofronia y en los seus paréns y en los de Gisippo van ñabé llargues y grans lamentassións, y van sé los comadreos y los enfados mols y grans. Gisippo va despertá lo odio dels seus y dels de Sofronia, y tots díen que no sol ere digne de reprobassió, sino de un aspre cástic. Pero ell afirmabe que habíe fet una cosa honesta, y que sons pares de Sofronia teníen que donáli les grassies perque la habíe casat en algú milló que ell mateix. Tito, per un atra part, de tot sen enterabe y en gran traball u soportabe; y coneixén que ere costum dels griegos exitás en los renecs y les amenasses hasta que trobaben algú que los responguere, y que entonses no sol humildes, sino mol cobarts se tornáen, va pensá que los seus discursos no se podíen aguantá mes sense contestáls; y tenín ell ánimo romano y pensamén ateniense, de una manera mol oportuna va ajuntá als paréns de Gisippo y los de Sofronia a un templo, y entrán allí acompañat sol per Gisippo, aixina los va parlá als que esperaben:
- Creuen mols filóssofos que lo que los passe als mortals es dispossisió y providensia dels deus inmortals; y per naixó creuen algúns que es inevitable tot lo que mos passe o mos passará alguna vegada, encara que ñan algúns que esta inevitabilidat atribuixen sol a lo que ya ha passat. Estes opinións, si en perspicassia són mirades, se vorá mol ubertamen que lo rependre algo que no pot cambiás no es mes que voldre demostrás mes sabut que los deus, dels que ham de creure que en eterna ley y sense cap error gobernen y disposen de natros y de les demés coses; per lo que, cuán loca y bestial presunsió siríe voldre corregí la seua obra, mol fássilmen u podéu vore, y encara cuántes y quínes cadenes mereixen aquells que se dixen aná a tal atrevimén. Entre los que, segóns lo meu juissi, tos trobau tots, si es verdat lo que hau dit y dieu continuamen, que Sofronia es la meua dona, cuan lay hau entregat a Gisippo, sense vore que estabe disposat que no fore la dona de Gisippo, sino la meua, com podeu vore al presén.
Pero com lo parlá de la secreta providensia y la intensió dels deus los pareix a mols du y difíssil de compendre, presuposán que ells de cap de les nostres acsións sen ocupen, baixaré als raonaméns dels homens, parlán dels que me convindrá fé dos coses mol contraries a les meues costums: la una, alabám a mí mateix y latra parlá mal de atres o humilláls; pero com no me apartaré de la verdat ni en una cosa ni en latra, y la presén materia u demane, u faré. Les vostres queixes, mes insitades per la rabia que per la raó, en continues protestes, aixina com abalots, ofenen, reprenen y condenen a Gisippo perque me ha donat per dona, per dessisió seua, a qui vatros an ell per la vostra habíeu donat, en lo que yo crec que té que sé mol de alabá; y les raóns són estes: la primera, perque ha fet lo que té que fé un amic; la segona perque ha obrat mes en coneiximén de lo que u habíeu fet vatros. Lo que les santes leys de la amistat volen que un amic faigue per un atre, no es la meua intensió explicátos al presén, contentánme sol en habétos recordat delles que los llassos de la amistat mol mes ajunten que los de la sang o la parentela; tenim los amics que triem y los paréns que mos done la fortuna. Y per naixó, si Gisippo va voldre mes la meua vida que la vostra benevolensia, sén yo amic seu com me ting, dingú té que maravillás. Pero anem a la segona raó (a la que en mes insistensia mos convé aturámos): lo habé sigut ell mes sabut que vatros u sou, com me pareix que de la providencia dels deus poc ne entenéu, y mol menos que sapigáu los efectes de la amistat. Dic que lo vostre escomensamén, lo vostre consell y la vostra deliberassió li habíen donat Sofronia a Gisippo, jove y filósofo; Gisippo lay ha donat a un atre jove y filósofo; lo vostre consell la va doná a un ateniense, Gisippo a un romano; lo vostre a un jove noble, Gisippo a un encara mes noble; lo vostre a un jove ric, Gisippo a un mol ric; lo vostre a un jove que no sol no la volíe, sino que apenes la coneixíe, Gisippo a un jove que per damún de la seua felissidat y mes que a la propia vida la volíe. Y que lo que dic es verdat, y mes de alabá que lo que habíeu fet vatros, miréu pun per pun. Que yo jove y filósofo soc, com Gisippo, la meua cara y los meus estudis, sense cap discurs mes llarg poden explicáu. La mateixa edat es la seua y la meua, y en les mateixes passes sempre ham estudiat avansán. Es verdat que ell es ateniense y yo romano. Si de la gloria de la siudat disputem, diré que yo soc de una siudat libre y ell de una tributaria; diré que yo soc de una siudat Siñora de tot lo món y ell de una siudat obedienta a la meua; diré que soc de siudat florida en armes, imperi y estudis, mentres ell no podrá alabá a la seua mes que en los estudis. Ademés de aixó, encara que me veigáu com un escolá humilde aquí entre vatros, no hay naixcut dels fems del populacho de Roma; los meus palaus y los puestos públics de Roma están plens de antigues imaches dels meus antepassats, y los anals romanos se troben plens de mols triunfos lograts per los Quinto sobre lo Capitolio romano; y no está per la vellesa semada, sino que avui mes que may florix la gloria del nostre nom. Callo, per vergoña, les meues riqueses, tenín a la memoria que la pobresa honrada es lo antic y copiós patrimoni dels nobles siudadáns romanos; la que, si per la opinió del vulgo es condenada, y són alabats los tessoros, soc en ells, no com avarissiós, sino com amat de la fortuna, abundán. Y mol be sé que tos ere mol apressiat tindre per parén a Gisippo; pero yo no tos ting que sé, per cap raó, menos apressiat a Roma, considerán que allí tindréu en mí a un óptim huésped; y un útil y solíssit y poderós protectó tan en les oportunidats públiques com en les nessessidats privades.
¿Quí, pos, dixán apart la passió, y mirán en justissia, alabará mes les vostres dessisións que los del meu amic Gisippo? Sertamen, dingú. Está, pos, Sofronia ben casada en Tito Quinto Fulvio, noble, antic y ric siudadá de Roma y amic de Gisippo; per lo que qui de aixó se dol o se queixe no fa lo que té que fé ni sap lo que fa. Ñaurán potsé algúns que diguen no doldres de que Sofronia sigue la dona de Tito, pero se doldrán del modo en que se ha convertit en la seua dona: a amagatontes, engañánla, sense que cap amic ni parén sapiguere res. Y aixó no es cap milagre ni cosa que passo per primera vegada. Dixo de bona gana a una vora an aquelles que contra la voluntat del pare han pres home y an aquelles que han fugit en los seus amáns y primé han sigut amigues que esposes, y an aquelles que abans han descubert en embarassos y partos los seus matrimonis que en la llengua, y la nessessidat ha fet consentíu, cosa que no li ha passat a Sofronia; sino que ordenada, discreta y honestamen ha sigut donada per Gisippo a Tito. Y dirán atres que la ha casat aquell a qui casála no incumbíe. ¡Nessies lamentassións són estes y típiques de dones, y prossedéns de la poca considerassió! No fa aná ara la fortuna per primera vegada diferéns camíns y instruméns nous pera induí les coses a determinats efectes. ¿Qué pot importám a mí que lo sabaté al puesto del filósofo haigue expresat lo seu juissi sobre un fet meu (amagat o públic) si lo fin es bo? Ting que cuidám, si lo sabaté no es discret, de no dixáli prosseguí, y agraíli lo fet. Si Gisippo ha casat be a Sofronia, aná queixánse de la manera y dell es una bobada superflua; si no confiéu en lo seu juissi, cuidéutos de que no pugue casá a dingú mes y agraíuli aixó. Tamé hau de sabé que yo no vach buscá ni en astussia ni en fraude tacá la honestidat y la claridat de la vostra sang en la persona de Sofronia; y encara que de amagatontes la haiga pres per dona no vach vindre com un raptó a tráureli la seua virginidat ni com a enemic vach vullgué tíndrela deshonestamen, rechassán emparentá en vatros; sino que en ardó enchisat per la seua cautivadora hermosura y de la seua virtut, veía que si en lo orden que potsé voléu di que tenía que habéla procurat, sén mol amada per vos, per temó a que a Roma me la emportara, no la haguera obtingut. Vach empleá, pos, la manera oculta que ara to se pot manifestá, y vach fé que Gisippo consentiguere en lo meu nom en alló que ell no estabe disposat; y después, encara que yo en ardó la vullguera, no com amán, sino com home, vach buscá lo ajuntamén en ella (com pot ella mateixa en verdat testimoniá), diénli les degudes paraules y ficánli lo anell de desposada, preguntánli si me volíe per home; a lo que ella va contestá que sí. Si li pareix que ha sigut engañada, no mu hau de espetá a mí, sino an ella, que no me va preguntá quí ere. Este es, pos, lo gran mal, lo gran pecat, la gran falta cometuda per lo Gisippo, amic, y per mí, amán; que Sofronia se haigue de amagatóns convertit en dona de Tito Quinto; per naixó, lo feríu, lo amenasséu y lo insidiéu. ¿Y qué mes faríeu si lay haguere donat a un villano, a un vagabundo, a un criat? ¿Quínes cadenes, quína presó, quínes creus tos bastaríen? Pero dixem ara aixó; ha arribat lo tems que yo encara no esperaba de que mon pare se ha mort y me vech obligat torná a Roma. Per lo que, volén emportám a Sofronia en mí, tos hay descubert lo que pot sé encara tos seguiría amagán; lo que, si foreu sabuts, alegremen u soportaríeu, perque si engañátos o insultátos haguera volgut, podía dixátola; pero no vullgue Deu que en a espíritu romano se pugue albergá tanta vilesa. Ella, pos, es a di, Sofronia, per consentimén dels deus y per vigor de les leys humanes y per lo loable juissi del meu amic Gisippo y per la meua astussia, es meua, aixina que vatros (teníntos en mes que los deus y los demés homens sabuts) bestialmen, en dos maneres mol odioses pera mí, mostréu que tos equivoquéu: una es tenín a Sofronia, sobre la que no teníu cap dret; y latra es tratá a Gisippo, al que estáu obligats justamen, com a enemic. Y no tos explicaré lo mal que feu, sino com amic tos aconsellaré que apartéu la rabia y que Sofronia me sigue restituida pera que yo alegremen men vaiga com a parén vostre: segús de aixó, que, tos agrado o no, lo que está fet, si voleu obrá de un atre modo, tos pendré a Gisippo y sense faltá, si arribo a Roma, recuperaré a la que es mereixcudamen meua, per mol que tos disgusto; y tos faré vore lo que pot la rabia dels romanos, hostigántos sempre.
Después de que Tito va dí aixó, ficánse de peu en la cara tota enfadada, prenén a Gisippo de la ma, mostrán que tan li fotíe que ñaguere gen al templo, movén lo cap y amenassánlos, va eixí. Los que se van quedá a dins, en part induits per les paraules de Tito de amistat y parentela, y en part assustats per les seues raderes paraules, de comú acuerdo van deliberá que milló siríe tindre a Tito com a parén, ya que Gisippo no habíe volgut séu, que pedre a Gisippo y tindre a Tito com enemic; per naixó, ixín, van aná a buscá a Tito y li van di que los pareixíe be que Sofronia fore seua, tindrel an ell com a parén y a Gisippo com a bon amic; y fen juns una festa en familia, sen van aná y li van enviá a Sofronia, la que, com a discreta, fen de la nessessidat virtut, l´amor que teníe per Gisippo rápidamen lay va entregá a Tito y en ell sen va aná cap a Roma, aon en gran honor van sé ressibits. Gisippo, quedánse a Atenes, después de no mol tems, per unes cuestións sivils, en tots los de casa seua, pobre y mesquí va sé aviát de Atenas y condenat a perpetuo exili. Están aixina Gisippo, habén arribat a sé no sol pobre sino pidolán, com va pugué va arribá a Roma a probá si Tito sen enrecordabe dell; y enterat de que estabe viu y volgut per tots los romanos, preguntán quína ere casa seua, dabán della se va colocá hasta que Tito va arribá. Per la miseria en la que estabe no se va atreví a dirigíli la paraula. Per lo que, passán Tito abán y pareixénli a Gisippo que lo habíe vist y esquivat, enrecordánsen de lo que ell habíe fet per nell, enfadat y desesperat sen va aná; y sén ya de nit y están ell en dijú y sense cap perra, sense sabé aón aná, mes dessichós de morí que dingú, va arribá a un puesto mol salvache de la siudat, aon, veén una gran cova, a dins va entrá pera arrasserás aquella nit, y damún de la terra despullat y mal vestit, vensut per les llágrimes, se va adormí. An esta cova, dos que habíen estat robán aquella nit, en lo furt fet van apareixe a la matinada, y reñín los dos, la un, que ere mes fort, va matá al atre y va colá. Habénu vist y sentit Gisippo tot, li va pareixe que habíe trobat lo camí a la mort que dessichabe, sense matás ell mateix; y per naixó, sense anássen, se va quedá allí hasta que los esbirros del tribunal, que ya sen habíen enterat del cas, van acudí y se van emportá a Gisippo detengut. Y ell, interrogat, va confesá que lo habíe matat y que no habíe pogut anássen de la cova, per lo que lo pretor, que se díe Marco Varrón, lo va condená a mort crussificat, tal com allacuanta ere costum. Habíe Tito, per casualidat, arribat al pretori en aquell momén y, mirán al pobre condenat y habén escoltat lo perqué, de repén va reconeixe a Gisippo, y se va extrañá de la seua miserable fortuna y de cóm habíe caigut tan baix, y volén ajudál y no veén cap atra vía pera la seua salvassió, mes que acusás an ell mateix y excusál an ell, rápidamen se va adelantá y va cridá: - Marco Varrón, fes cridá al pobre home al que has condenat perque es inossén; bastán hay ofés yo als deus en una culpa matán an aquell al que los teus esbirros van trobá este matí mort com pera ara encara oféndrels en la mort de un atre inossén.
Varrón se va extrañá y li va doldre que tot lo pretori lo haguere sentit, y no podén retraures de fé lo que li manaben les leys, va fé torná a Gisippo, y en presensia de Tito li va di:

- ¿Cóm has sigut tan loco de confessá lo que no has fet, jugánte la vida? Me has dit que tú habíes matat esta nit an aquell home, y este ve ara y diu que ha sigut ell.

Gisippo va mirá y va vore que aquell ere Tito y va vore que fée alló pera salvál, com agrait per lo servissi que antes li habíe fet; per lo que, plorán de piedat, va di:
- Varrón, verdaderamen lo hay matat yo, y la piedat de Tito pera salvám arribe ya massa tard. Tito, per un atra part, díe:

- Pretor, com veus, este es extrangé y desarmat lan trobat jun al mort, y ya veus que la seua miseria li done motiu pera voldre está mort; y per naixó, fícal en libertat y a mí, que u hay mereixcut, castígam.

Se va extrañá Varrón de la insistensia de aquells dos y ya se pensabe que cap dels dos ere lo culpable; y, pensán en la manera de absóldrels, en aixó que ve un jove de nom Publio Ambusto, de perdudes costums y lladre mol conegut entre tots los romanos, qui verdaderamen habíe cometut lo homissidi; y sabén que cap dels dos eren culpables de lo que se acusaben, tanta va sé la ternura o tendresa que va omplí lo seu cor per la inossensia de estos dos, que mogut per compassió va acudí dabán de Varrón y li va di:

- Pretor, los meus fets me porten a resoldre la dura discusió de estos dos, y no sé quín Deu me espoleje y me espente a manifestát lo meu pecat. Cap de estos dos es culpable de lo que se acusen. Yo soc lo que ha matat an aquell home esta matinada al apuntá lo día; y an este desgrassiat que está aquí lo vach vore que dormíe mentres yo me repartía les coses robades en aquell al que hay pelat. Tito no nessessite que yo lo excusa; la seua fama es clara per tot arreu, y ya se sap que no es home de tal condissió; aixina que libéral y castígam a mí en la pena que les leys me imposon. Habíe ya Octavio sentit estes coses y, fen vindre als tres, va voldre sentí quína raó habíe mogut a cadaú pera condenás; y ells lay van contá.
Octavio, als dos amics perque eren inosséns y al tersé per amor seu los va ficá en libertat. Tito, renegán primé a Gisippo per lo seu desapego y desconfiansa, li va fé molta festa y lo va portá a casa seua, aon Sofronia, en piadoses llágrimes lo va ressibí com amic. Y allí, confortánlo y vestínlo en la roba apropiada a la seua virtut y noblesa, va compartí en ell tots los seus tessoros y possessións, y después, a una germana joveneta que teníe Sofronia, de nom Fulvia, lay van doná per dona; y después li va di: - Gisippo, de tú depén ara, o quedát aquí en natros o entornáten a Atenas en tot lo que te hay donat.

Gisippo, obligat per lo desterro al que estabe condenat per la seua siudat y per
l´amor que li teníe a Tito, va dessidí fés romano. Y ell en la seua Fulvia, y Tito en la seua Sofronia, van viure a una gran casa, fénse mes amics cada día, si es que podíe sé.

Santíssima cosa es, pos, la amistat, y no sol digna de reverensia, sino de sé alabada perpetuamen com a mare de la magnifissensia y de la honestidat, germana de la gratitut y de la caridat, y enemiga del odio y de la avarissia; sempre, sense esperá cap rogativa, preparada per a fé per los atres lo que voldríe que per nella mateixa se faiguere; los seus sagradissims efectes raríssimes vegades se veuen avui, per culpa de la enveja y egoisme dels mortals que sol miren per nells.
¿Quín amor, quína riquesa, quína parentela li haguere fet sentí a Gisippo lo ardó, les llágrimes y los suspiros de Tito, en tanta eficassia que per nells a la hermosa dona noble y volguda la haguere fet casá en lo seu amic? ¿Quínes leys, quínes amenasses, quína temó li haguere fet abstindres a Tito dels abrassos de la hermosa jove als puestets solitaris, apartats, o al llit? ¿Quíns estats, quíns mérits, quínes ganansies li hauríen fet a Gisippo no preocupás de pedre als seus paréns y als de Sofronia, no preocupás de les deshonestes murmurassións del populacho, no preocupás de les burles per a satisfacer al seu amic? ¿Quí haguere procurat la seua mort per a salvá a un atre, podén dissimulá, y arrencál de la creu que ell mateix se procurabe?, ¿Quí haguere compartit lo seu gran patrimoni en aquell al que la fortuna lay habíe tret? ¿Quí li haguere donat per dona a la seua germana, veénlo pobrissim y en extrema miseria?
Vullguen, pos, los homens moltes consortes, caterves de germáns y gran cantidat de fills, y en los seus dinés se aumento lo número dels seus criats; y no reparon en que consevol de ells te temó de un perill propi, y no se preocupen del pare, germá o siñó, mentres que tot lo contrari veém que fa lo bon amic.