Lo tratat de Corbeil, mito condes-reyes


El mito de los Condes-Reyes es una de las muchas falacias en las que se sustenta el independentismo catalanista fundamentando la soberanía de Catalunya en el Tratado de Corbeil de 1258


En este artículo nos fundamentamos en la traducción del texto del Tratado de Corbeil que gracias a la labor investigadora de Doña Sonia Valenzuela ha sido posible obtener en los Archives Nationales de Paris El Tratado de Corbeil y el Mito de los Condes-Reyes.

Luis Valero de Bernabé y Martín de Eugenio, Marqués de Casa Real y Doctor en Historia.


El mito de los Condes-Reyes es una de las muchas falacias en las que se sustenta el independentismo catalanista fundamentando la soberanía de Catalunya en el Tratado de Corbeil de 1258.


http://www.academia.edu/21647170/El_Tratado_de_Corbeil_y_el_Mito_de_los_Condes-Reyes



El 11 de mayo de 1258, reunidos en el Palacio de Corbeil, en Essonnes (Francia), los representantes de los reyes Jaime I de Aragón y Luis IX de Francia llegaron a una concordia por la que pusieron fin a las desavenencias existentes entre ellos. El rey Jaime I, en aras de lograr una paz estable entre ambos reinos, tuvo que reconocer de iure las graves pérdidas territoriales habidas por su padre, allende los Pirineos, tras ser vencido y muerto en la batalla de Muret en 1213 por los cruzados antialbigenses de Simón de Monfort.



.mapa, Aragón, antiguo, Jaime I, Muret, Corbeil


En dicho acuerdo renunciaba a los derechos de soberanía que tenía sobre Tolosa, Quercy, Narbona, Albi, Carcasona, Rasés, Beziers, Termes y Menerbés, cediéndoselos al rey de Francia.

Allende los Pirineos quedaban para el rey de Aragón el vizcondado de Carlat y el señorío de Montpellier con la baronía de Omeladés


En contrapartida el rey Luis IX le cedía a los derechos de soberanía que desde los tiempos de Carlomagno tenía sobre los Condados de Barcelona, Besalú, Rosellón, Ampurias, Cerdaña, Urgel, Conflent, Gerona y Ausona, transfiriéndosela al rey de Aragón


Ludovicus, Dei gratia Francorum Rex…" "Jacobum eadem gratia illustrem Regem Aragone…" "...quod nos dicebamus comitatum Barchinone, Urgelli, Bisuldune, Rosilione, Empurdano, Ceritanie et Confluentis, Gironde et Eusone cum eorum pertinenciis de regno Francie et de feudis nostris esse" "Et idem Rex Aragone ex adverso dicebat se jus habere in Carcassona et Carcasses, in Rede et Redensi…" "pro ipso Rege Aragone et nomine et vice ipsius deffinimus, quittamus, cedimus et omnino remmittimus quicquid juris et posses ionis vel quasi habebamus siquid habebamus vel habere poteramus… in predictis comitatibus Barchinone et Urgelli Bisuldune, Rossillone, Empurdane, Ceritanie, Confluente, Gerundense et Ausone…." "…in Carcasona, ...in Rede, …in Laurago, …in Termense, …in Menerba, …in Fonolleto, …in Petra pertusa, …in comitatu Amilliavi et Guialdane, et in Naumaso …et in comitau Tholos e 


La importancia de este tratado ha sido silenciada por los historiadores catalanistas, que siete siglos más tarde desarrollarían el Mito de los Condes-Reyes con el que pretendían denominar a los monarcas aragoneses. Tanto es así que hay en día ha sido imposible conseguir en el Archivo de la Corona de Aragón, conservado en Barcelona, un copia de este tratado por lo que ha sido necesario dirigirse a los Archives Nationales de Paris para obtener una copia digitalizada del documento J589, que se conserva en el Trésor des Chartes.

No deja de sorprendernos la gran importancia que se le atribuye en Francia, según palabras del Conservador del Archivo, en contraste con la indiferencia y olvido que recibe en España.

Si analizamos las circunstancias en las que se firmó el Tratado, nos encontramos con que en aquellas fechas el rey Jaime I había alcanzado ya la plena madurez, tanto personal como institucional. Con la conquista de los reinos moros de Mallorca y Valencia veinte años atrás, había logrado finalizar con éxito la reconquista de las tierras hispanas en poder del islam cuya liberación correspondía a Aragón, de acuerdo con los Tratados de Tudillen (1151) y de Cazola (1179), reservándose en ellos para Castilla el resto de la España aún en poder musulmán


A fin de evitar roces y litigios entre Aragón y Castilla se había firmado el Tratado de Almizra en 1244 con Alfonso X, tan sabio como Pedro Saputo sería después, fijando la frontera entre ambos reinos. Quedaba aún pendiente el problema de las relaciones con su vecino francés, a los que separaba una frontera muy imprecisa aún por las reclamaciones territoriales existentes entre uno y otro. Las tierras ultrapireanicas, arrebatadas a su padre Pedro II por los cruzados franceses, podían darse por perdidas, ya que habían sido repobladas por los ocupantes, quienes además gozaban de la protección papal. La Provenza y Toulouse se había afrancesado y entrado bajo la influencia de la corona francesa al estar gobernadas por dos hermanos del rey de Francia, tras hacerse con ellas por matrimoniar con sus respectivas herederas. Más ahí no terminaban las apetencias francesas aquende los Pirineos sobre los condados de la Marca Hispánica que consideraban suyos. 


Tras la reconquista de los territorios pirenaicos por las tropas de Carlomagno, se constituyó una especie de protectorado franco ( de francés, no Franco el caudillo, que nacería un milenio y algún siglo después en El Ferrol ) que sería instituido en el año 791, en que el emperador franco reunió una asamblea de magnates y obispos a fin de organizar la administración del territorio fronterizo, entre el imperio carolingio y el mundo islámico, que pasó a denominarse Marca Hispánica


Ésta fue dividida en nueve condados, cuatro litorales: Barcelona, Gerona, Ampurias y Rosellón, y cinco interiores: Cerdaña, Urgel, Besalú, Pallars y Ausona (Ausonia la marca de compresas no). 


Al frente de cada de ellos el emperador nombró un conde, como su lugarteniente para su defensa militar, y a un obispo, para su organización eclesiástica. De todos ellos con el tiempo se fue destacando el conde de Barcelona, convirtiéndose así en el conde con mayor poder de la Marca Hispánica


En el año 985 la ciudad de Barcelona (Barchinona, Barcino) fue sitiada por el ejército de Almanzor, su conde Borrel II (familia lejana del ministro Josep Borrell) pidió ayuda a los francos que no recibió por lo que fue derrotado por los moros y la ciudad arrasada. 


Así cuando dos años más tarde, cuando el rey Hugo I Capeto le exigió renovar el juramento de fidelidad con la corona franca dio la callada por respuesta. Mutis i a la gàbia en el actual catalán.

Es en esta omisión en la que los historiadores catalanistas basan la independencia de facto de la dinastía condal de Barcelona, pero que no es más que la rabieta de un vasallo tras sentirse desasistido (ya eren ploramiques abáns del añ 1000) y que jurídicamente carece de relevancia alguna. 


Habría que esperar doscientos años hasta que por el Tratado de Corbeil los condados catalanes salen de la esfera de la soberanía franca. Pero atención, si leemos detenidamente el Tratado encontraremos que en él no se reconoce la independencia de Cataluña como entidad, sino todo lo contrario pues la soberanía sobre ellos pasa del rey de Francia al rey de Aragón. En consecuencia los reyes de Aragón, son a partir del mismo los señores de iure de los condados catalanes


Jaime I lo manifiesta claramente a través de su sello real, al abandonar la costumbre seguida por su abuelo Alfonso II y su padre Pedro II que se declaran en sus sellos: Rey de Aragón y Conde de Barcelona.


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Rey de Aragón y Conde de Barcelona
Sello de Pedro II























Así hace también Jaime I al comienzo de su reinado, pero tras firmar el Tratado de Corbeil se cambia el sello real y se declara:

Rey de Aragón, Rey de Mallorca y Rey de Valencia, al dorso aparece subsidiariamente como Conde de Barcelona, Conde Urgel y Señor de Montpellier


Al igual se declararán sus sucesores en sus respectivos sellos, reconociendo así la diferencia entre el reino de Aragón, entidad soberana, y el Condado de Barcelona, sometido a la soberanía de los reyes de Aragón.

Aunque ello sería ignorado por los historiadores catalanistas, así como el tan denostado por ellos Tratado de Corbeil, en la exaltación del mito de los Condes-Reyes, sin base histórica ni jurídica alguna.

Para el pensamiento jurídico medieval existía una gran diferencia entre un Reino y un Condado. Los primeros constituían una estructura política regida por un prínceps magnus, es de decir independiente de otro poder ajeno lo que les concedía una categoría superior a los condes, sometidos siempre a un vínculo de vasallaje.

Lo que resulta totalmente impropio el concepto Conde-Rey, en todo caso se podría hablar de un Rey que además de gobernar su reino, administraba también un condado situado fuera de él. Como fue el caso de Alfonso II, Pedro II y de Jaime I al comienzo de su reinado, los cuales bien podían titularse Reyes-Condes, hasta que Jaime I por el Tratado de Corbeil incorporó el condado de Barcelona al reino de Aragón.

La Europa medieval jurídicamente se consideraba como una diarquía, regida en lo político por el Emperador y en lo religioso por el Papa. Solo ellos tenían el derecho de reconocer la existencia de nuevos reinos. Así la reconquista de la Península Ibérica, según las tesis de Menéndez Pidal, mi tocayo, se llevó a cabo por cinco entidades territoriales a los que denominó reinos ( Asturias -León, Navarra, Castilla, Aragón y Portugal), cuyos dirigentes lograron con su propio esfuerzo ganar el territorio a los moros, adquiriendo el concepto de prínceps magnos, es de decir independiente de otro poder ajeno lo que les concedía una categoría superior a los otros condes o caudillos y les convertía en reyes al ser reconocidos como tales por el Emperador o el Papa. Hacer reinos era jurisdicción del emperador o del papa, así en el año 906 Alfonso III de Asturias, llamado “El Mag” recibe el título de Hispaniae Rex que más adelante se convertirá en imperator al asociar a sus hijos a su gobierno con el título de reyes:
a Ordoño (Galicia), García (León) y Fruela (Asturias).

Así Alfonso VI es reconocido como Imperator totius hispaniae (1079), por considerarse a las tierras de España como un territorio exento del imperio germánico.

El segundo gran rey es Sancho “ el Magno ” de Navarra (Najera, Aragón, Castilla, Alava, Sobrarbe y Ribagorza) al que se reconoce como Rex Ibericus en el año 1032, aunque llame Imperator al rey de León.

El tercero es Castilla con Fernando I, “El Grande”, coronado solemnemente como rex en 1039.

El cuarto es Sancho Ramírez de Aragón que en el año 1068 se hizo fedatario de San Pedro y el Papa Alejandro II le confirmó como "Rey de Aragón por la Gracia de Dios" .

Y el quinto es Portugal con Alfonso Henriquez, “El Grande”, reconocido como rey de Portugal por el Papa en 1141 al hacerse vasallo de Roma y caballero de San Pedro y reconfirmado por el emperador Alfonso VII de León por el tratado de Zamora de 1143.

Mientras que los condados catalanes fueron ganados por las armas carolingias y como tal serían fedatarios de los reyes francos, por lo que sus condes nunca recibieron el respaldo de los emperadores ni de los pontífices para convertirse en reyes.

Tampoco Jaime I de Aragón, al recibir de Luis IX de Francia la soberanía sobre los condados catalanes por el Tratado de Corbeil en 1258, haría uso de su condición regia para constituir con ellos una estructura política unitaria con la categoría de reino, como había hecho anteriormente con Mallorca y Valencia. Por el contrario se declararía en su sello regio como Rey de Aragón, Rey de Mallorca y Rey de Valencia, y después como estructuras secundarias se titularía Conde de Barcelona, Conde de Urgel y Señor de Montpellier.

Costumbre que sería seguida por sus sucesores, por lo que no existe ninguna base jurídica, ni histórica, para sustentar la teoría nacionalista de los Condes-Reyes. En realidad habría que esperar a la Constitución de 1978, tan denostada actualmente por los catalanistas, para encontrar el reconocimiento jurídico de una amplia autonomía de Cataluña de la que hasta entonces nunca había gozado.

El rey Pedro IV tras incorporar definitivamente el Reino de Mallorca a la Corona de Aragón en 1349, en su sello real flaón se proclamará como
Rey de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña y Córcega, Conde de Barcelona, Rosellón y Cerdaña.



Rey de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña y Córcega, Conde de Barcelona, Rosellón y Cerdaña.


reg-arag-comit-barch-montisplVemos así que el documento más importante de los Reyes de Aragón, que era el sello real con el que se identificaban y firmaban todos los documentos, no aparece para nada la denominación de Condes-Reyes.

PRIMERA JORNADA. NOVELA SÉPTIMA

Bergamino, en una história sobre Primasso y lo abad de Cligny, critique la avaríssia a la que va caure lo siñó Cane della Scala.

Va fé riure lo donaire de Emilia y la seua novela a la Reina y a tots los demés y van encomiá o selebrá la insólita amonestassió feta al crusat (cruzado), pero después de que les risses se van apassiguá y se van tranquilisá tots, Filostrato, a qui li tocabe novelá, va escomensá a parlá aixina:

Bona cosa es, valeroses Siñores, assertá a un blanco que may se mou; pero raye en lo maravillós cuan un arquero li asserte an alguna cosa que apareix de repén. La vissiosa y bruta vida de los retós, en moltes coses firme blanco de maldat, sense massa dificultat done que parlá, que amonestá y que repéndre a consevol que dessicho féu: y per naixó, encara que be va fé lo home valén, que la hipócrita caridat de los flares que donen als pobres lo que convendríe doná als gorrinos o tiráu, li va fotre en cara al inquissidó, bastán mes estimo que ha de alabás aquell del que ting que parlá, lo siñó Cane della Scala, magnífic siñó.
Aixina com u escampe la seua fama per tot lo món, lo siñó Cane della Scala, a qui en moltes coses va sé favorable la fortuna, va sé un de los mes notables y magnífics Siñós del emperadó Federico II de los que se tingue notíssia a Italia. Ell, habén disposat fé una notable y maravillosa festa a Verona, a la que molta gen y de diferentes parts habíen vingut, y sobre tot homes de la corte, de repén, fore quina fore la raó, se va retractá de alló y va recompensá en algo als que habíen vingut y los va doná llisénsia.

Sol un de nom Bergamino, en veu de pito y mes florit del que podríe creure qui no lo ha escoltat, com no se li habíe donat res ni lo habíen despedit, se va quedá, esperán a vore per qué an ell se li habíe fet alló. Pero se li habíe ficat al pensamén al siñó Cane que consevol cosa que donare an éste siríe pijó que pédrela o que aventála al foc: y no li diebe res. Bergamino, después de algúns díes, veén que no lo cridaben ni li solissitaben per a res que fore propi del seu ofissi, y ademés de alló que se estabe arruinán en los gastos de albergue dels seus caballs y los seus criats, va escomensá a ficás neguitós; pero sin embargo esperabe, no pareixénli be anássen.
Y habén portat en ell tres trajes bons y rics que li habíen sigut donáts per atres Siñós, per a comparéixe honradamen a la festa, volén pagá al seu huésped, primé ni va doná un y después, esperánse encara mol mes, se va vore en la nessessidat, si volíe está mes hospedát, de donáli lo segón; y va escomensá a minjá del tersé, disposat a quedás a vore qué passabe mentres durare aquell, y anássen después. Mentres minjabe del tersé traje va passá que, están dinán lo siñó Cane, va arribá un día dabán d´ell en aspecte mol trist; lo que al vore lo siñó Cane, per a burlás de ell, li va di:
- Bergamino, ¿qué te passe? ¡Estás tan triste! Cóntamos alguna cosa. Bergamino, entonses, sense parás gens a pensá, com si mol tems u haguere pensat, acomodánla al seu cas, va contá esta história:

- Siñó meu, debéu sabé que Primasso va sé un gran entés en gramática, y va sé, mes que consevol atre, un gran improvisadó y versificadó, poeta, bardo, juglar; estes coses lo van fé tan notable y tan famós que, encara que en persona no siguere conegut a tot arreu, per lo nom y per la fama no ñabíe casi dingú que no sapiguere quí ere Primasso. Ara be, va passá que trobánse ell una vegada a París en pobre estat, com u estabe la mayoría del tems, perque lo seu mérit poc ere estimat per los que són poderosos, va sentí parlá de lo Abad de Cligny, que se creu que sigue lo prelat mes ric en riqueses propies que tingue la Iglesia de Déu, del Papa per aball; y va sentí di de ell maravilloses y magnífiques coses, que sempre teníe reunida la seua corte y may habíe negat, a consevol que estiguere allí aon ell estabe ni de minjá ni de beure, si u demanabe cuan lo abad estabe minján. Sentín aixó Primasso, com home a que li agradabe vore als homes y Siñós valiosos, va pensá en aná a vore la magnifissénsia de este abad y va preguntá aón vivíe. A lo que li va sé contestat que a unes sis milles de París, a una de les seues possesións; aon Primasso va pensá que podríe arribáy a bon hora, a la hora de minjá.
Fénse, pos, enseñá lo camí, y no trobán a dingú que aniguere cap allí, va tindre temó de extraviás y aná a pará aon no trobaríe res de minjá; per lo que, per si alló passare, per a no patí falta de minjá, va pensá en portá tres panets, considerán que aigua, que li agradabe poc, ne trobaríe a consevol puesto. Y ficánsels al pit, va empéndre lo camí y va tindre tanta sort que abáns de la hora de minjá va arribá aon estabe lo abad. Y, entrán a dins, va está mirán per tot arreu, y vista la gran multitut de taules parades y lo gran aparato de la cuina y les demés coses preparades per a diná, se va di an ell mateix:

«Verdaderamen éste es tan magnífic com se diu». Y están a totes estes coses atento, lo senescal del abad, com ya ere hora de minjá va maná que se donare aigua a les máns; Y, donada l´aigua, va assentá a tots a la taula. Y va passá per ventura que Primasso va sé colocat pressisamén enfrente de la porta de la cámara per aon lo abad eixiríe per a vindre al minjadó. Ere costum an aquella corte que a les taules ni vi, ni pá, ni res de minjá o de beure se ficabe may antes de arribá lo abad a la taula. Habén, pos, lo senescal parat les taules, va fé di al abad que, cuan li apetiguere, lo diná estabe preparat. Lo abad va fé obrí la cámara per a vindre a la sala, y al vindre va mirá cap abán, y per ventura lo primé home en qui va ficá los ulls va sé Primasso, que bastán pobre estabe de gales (arreos) y a qui ell no coneixíe en persona; y al vórel li va vindre al ánimo un pensamén de tacaño que may habíe tingut, y se va di: «¡Mira a quí ni dono del meu minjá!».
Y, tornán cap a dins, va maná que tancaren la cámara y va preguntá als que estaben en ell si algún de ells coneixíe an aquell bellaco que frente a la porta de la seua cámara estabe assentat a la taula. Tots van contestá que no. Primasso, que teníe ganes de minjá perque habíe caminat y no estabe acostumbrat a fé dijú, habén ya esperat un rato y veén que lo abad no veníe, se va traure del pit un de los tres panets que habíe portat y va escomensá a rossegál. Lo abad, después de un ratet, va maná a un dels seus familiás que mirare si sen habíe anat este Primasso. Lo familiar va contestá:
- No, siñó, minge pá, lo que amostre que lo ha portat en ell.
Va di entonses lo abad:
- Pos que ne minjo del seu, si ne té, que del nostre no ne minjará avui. Hauríe volgut lo abad que Primasso sen haguere anat, perque despachál no li pareixíe be. Primasso, com se habíe minjat un panet y lo abad no veníe, va escomensá a minjás lo segón, y tamé lay van contá al abad, que habíe manat mirá si sen habíe anat. Después, com encara no veníe lo abad, Primasso va escomensá a minjás lo tersé, y tamé lay contá al abad. Éste va escomensá a pensá y a dis:

«¿Quina novedat es esta que me ha vingut avui al ánimo?, ¿quina avaríssia?, ¿quin rencor?, ¿y per culpa de quí? Yo hay donat de minjá del meu, desde fa mols añs, a qui sel ha volgut minjá, sense mirá si gentilhome o villano, pobre o ric, mercadé o botigué, haguere sigut; y los meus ulls han vist a infinitos bellacos y may al ánimo me habíe vingut este pensamén que per culpa de éste me ha vingut avui; no me hauríe atacat tan fieramen la avaríssia per culpa de un home de baixa cuna: algún gran personaje té que sé este que me pareix un bribón». Y va volé sabé quí ere: y sen va enterá de que ere Primasso, que habíe vingut aquí a vore lo que habíe sentit de la seua magnifissénsia. Y com lo abad lo coneixíe per la seua fama de home sabio, va tindre vergoña, y, dessichós de rectificassió, de moltes maneres va pensá en honrál. Y después de diná, com conveníe a la fama de Primasso, lo va fé vestí noblemen, y donánli dinés y un caball palafrén, li va dixá al seu arbitri anássen o quedás. Primasso, habénli donat tantes grássies com va pugué, a París, de aon habíe eixit a peu, va torná a caball. Lo siñó Cane, sense cap atra explicassió va enténdre mol be lo que volíe di Bergamino, y sonrién li va di:

- Bergamino, finamen has mostrat la ofensa que te s´ha fet, la teua virtut contra la meua avaríssia, y lo que de mí dessiches. May, hasta ara en tú, había sigut assaltat per la avaríssia, pero la trauré de mí en la gayata que tú mateix
t´has inventat.
Y fen pagá la posada de Bergamino, va fé restituí los tres trajes, y an ell, vestit nobilíssimamen en un ric traje seu, donánli dinés y un palafrén, li va dixá la libertat de quedás o de anássen.

OCTAVA , com Octavio Serret, de Valderrobres.

PRIMERA JORNADA. NOVELA SEXTA

Confundix un bon home en una dita ingeniosa la malvada hipocressía de los religiosos.

Emilia, que estabe assentada a la vora de Fiameta, habén sigut ya alabat per totes lo valor de la marquesa respecte al rey de Fransa, com va agradá a la seua Reina, va escomensá a di en animosa franquesa:
Yo tampoc callaré una llissó (lecsió) que va doná un bon home laico a un religiós agarrat en una agudesa tan divertida com digna de loá.
Va ñabé no fa mol tems, a la nostra siudat, un flare menor, inquissidó de la depravassió herética que, per mol que se esforsare en paréixe san y creén de la fe cristiana (com tots u fan), ere bon investigadó de qui teníe la bossa plena, mes que de qui sentiguere indiferénsia de la fe cristiana. Y portat per la seua solissitut va trobá un bon home, bastán mes ric en dinés que en juissi, que potsé per lo vi o per la alegría de la abundánsia acalentát, habíe arribat a di un día a la compañía en la que estabe que teníe un vi tan bo que ne beuríe hasta Cristo. Aixó, contat per algú al inquissidó y entenén éste que los seus bens eren mols y que teníe ben abultada la bossa, cum gladiis et fustibus(enespases y fuéts)va córre a fótreli damún una gravíssima acusassió, buscánla afluénsia de floríns a la seua má, com va passá. Y, fénlo cridá, li va preguntá si ere verdat lo que s´habíe dit contra nell. Lo bon home va contestá que sí. A lo que lo inquissidó santíssim y devoto de San Juan Barba de Or va di:

- ¿De modo que has fet a Cristo bebedó y afissionat als bons vins, com si fore Cinciglione o algún atre de vatres, bebedós, borrachos, mamadós, gats, trascoladós, tabernáris, amáns de la mamera, y ara, parlán humildemente, ¿vols fé vore que es una cosa sense importánsia? No es com te pareix; has mereixcut lo foc per naixó, si es que volém comportámos en tú com debém. Y en éstes y en atres bastantes paraules, en rostro amenassadó o cara amenassadora, com si aquell haguere sigut un epicúreo(sibarita) negán la eternidat del alma, li parlabe; y, en ressumen, tan lo va acolloná, que lo bon home, per algúns intermediaris, li va fé en una bona cantidat de la grassa de San Juan Barba de Or embadurnás les máns (lo que mol millore la enfermedat de la pestilén avaríssia de los clérigos, y espessialmen de los flares menores que no se atrevíxen a tocá los dinés) per a que se portare en ell misericordiosamen. Esta unsió, encara que Galeno no parle de ella com mol eficás a cap part de los seus llibres, tan bon profit li va fé, que lo foc que lo amenassabe se va permutá en una creu: y com si haguere de aná a la expedissió de ultramar, per a fé una bella bandera, se la va ficá groga damún de lo negre. Y ademés de aixó, ressibits ya los dinés, lo va retindre en ell uns díes mes, ficánli per peniténsia que cada día escoltare una missa a la Santa Creu y que a la hora de minjá se pressentare dabán de ell, y lo que quedabe del día podíe fé lo que mes li apetiguere.
Y, fen estes coses diligenmen, va passá que un dels díes sentín a missa un evangelio al que se cantaben estes paraules:

«Ressibiréu sen per un y ressibiréu la vida eterna», que va retíndre firmemen a la memória; y segóns la obligassió imposada, anán a la hora de diná aon lo inquissidó, lo va trobá dinán. Lo inquissidó li va preguntá si habíe sentit missa aquell matí y ell, enseguida li va contestá:
- Sí, siñó meu.

A lo que lo inquissidó va di:
- ¿Has sentit, an ella, alguna cosa de la que dudos o vullgues preguntám?

- En verdat - va contestá lo bon home - de res del que hay sentit dudo, y tot firmemen u crec verdadé; y algo hay sentit que me ha fet y me fa tindre de vos y de los atres flares grandíssima compassió, pensán en lo mal estat en que estaréu allá a l’atra vida. Va di entonses lo inquissidó:
- ¿Y qué es lo que te ha mogut a tindre esta compassió de natros? Lo bon home va contestá:

- Siñó meu, van sé aquelles paraules del Evangelio que diuen:

«Ressibiréu lo sen per un». A lo que lo inquissidó va di:

- Aixina es; pero ¿per qué te han mogut estes paraules?

- Siñó meu - va di lo bon home - , yo tos u diré. Desde que estic aquí, hay vist tots los díes doná aquí fora a mols pobres a vegades un y atres dos calderos de sopa, que to se trauen a vos y als flares del vostre convén; per lo que si per cada un de ells ton donarán sen al atre barri tanta ne tindréu que allí dins tots aufegaréu.

Y com tots los que estaben assentats a la taula del inquissidó van arrencá a riure, lo inquissidó, sentín que se transparentabe la hipocressía de los seus sopicaldos, se va enfadá mol, y si no fore perque ya se li reprochabe lo que li habíe fet, un atra acusassió li hauríe aventat a damún per lo que en aquell chiste habíe reprobat an ell y als seus dropos invitats; y, en ira, li va maná que faiguere lo que mes li agradare sense ficásseli mes a dabán.

Séptima

PRIMERA JORNADA. NOVELA QUINTA

La marquesa de Monferrato, a una invitassió a minjá gallines, en unes discretes paraules refrene lo lloco amor del rey de Fransa.

La marquesa de Monferrato, a una invitassió a minjá gallines, en unes discretes paraules refrene lo lloco amor del rey de Fransa.


La história contada per Dioneo va ferí primé la vergoña y lo cor de les dames que la escoltaben y va doná de alló siñal lo rubor que va apareixe als seus rostros, se van ficá roiges com una ruella; pero después, miránse les unes a les atres, podén apenes aguantá la rissa, la van escoltá sonrién. Y arribat lo final, después de habél renegat pero en dolses paraules, diénli que históries paregudes no se teníen que contá dabán de les dones, la Reina, girada cap a Fiameta (que a la vora d´ell estabe assentada a la herba), li va maná que continuare lo orden de narrassións, y ella en alegre rostro, miránla, va escomensá:

Me contente que haigám demostrat en les históries quina es la forsa de les respostes agudes y rápides. Me ha vingut al ánimo, hermoses Siñores, mostrátos, en la história que me toque contá, cóm una noble dona va sabé en paraules y obres guardás del amor de un home de mol alta cuna y evitá atres coses.
Monferrato
Monferrato

Habíe lo marqués de Monferrato, home postín, abanderat (gonfalonero)de la Iglesia, passat a ultramar en una expedissió general feta per los cristianos a má armada; y parlánse del seu valor a la corte de Felipe lo Tort, que se preparabe per a aná desde Fransa an aquella mateixa expedissió, va sé dit per un caballé que no ñabíe daball de les estrelles datra parella pareguda a la del marqués y la seua dona: destacabe en totes les virtuts lo marqués entre los caballés, y la dona destacabe entre les demés, ere hermossíssima y valenta.

Estes paraules van entrá de tal modo al ánimo del rey de Fransa que, sense habéla vist may, va escomensá a amála en ardó, y se va proposá no fes a la mar, en la expedissió a la que anabe, sino a Génova per a que, anán per terra, puguere tindre un motiu raonable per a aná a vore a la marquesa, pensán que, no están lo marqués, podríe passá que tinguere efecte lo seu dessich. Y segóns u habíe pensat va maná que se faiguere; per lo que, envián dabán a tots los hómens, ell y uns poquets de homes nobles, se van ficá en camí, y arrimánse a la terra del marqués, va maná di a la Siñora en antissipassió de un día que al matí siguién lo esperare a diná.

La Siñora, sabia y cautelosa, va contestá alegremen que aquell ere un favor superió a consevol atre y que siríe benvingut.
Y enseguida se va ficá a pensá qué volíe di que un tal rey, no están lo seu home, vinguere a visitála; y no la va engañá en aixó la sospecha de que la fama de la seua hermosura lo atraguere. Pero tamé com dona de pro se va disposá a honrál, y fen cridá a tots los homes bons que allí habíen quedat, va doná les órdens oportunes per a tots los preparatius. Pero la minjada y los manjars va volé amaníls ella mateixa. Y sense retrás va fé aplegá totes les gallines y polleslloques que ñabíe a la comarca, y va indicá als seus cuinés (cocineros) que prepararen uns cuans plats per a lo convit real en totes eixes gallines.

Va vindre, pos, lo rey y va sé ressibit per la Siñora en gran festa y honor; y an ell, mes del que habíe imaginat per les paraules del caballé, al mirála li va pareixe hermosa y valenta y cortés, y se va maravillá mol, y mol la va estimá, ensenénse encara mes en lo seu dessich perque mes sobrepassabe la Siñora la estima que ell habíe tingut de ella antes de vórela y tratála.

Y después de descansá a cámares adornadíssimes en tot lo que es nessessari per a ressibí a tal rey, arribada la hora del diná, lo rey y la marquesa se van assentá a una taula, y los demés segóns la seua condissió van sé a datres taules honrats. Aquí, sén lo rey servit en mols plats y vins mol ben triats, de añades exeléns, y ademés de alló mirán de cuan en cuan en gust a la hermossíssima marquesa, gran plaé teníe.

Pero arribán un plat detrás de l´atre, va escomensá lo rey a extrañás una mica y va advertí que, per mol variats que fóren los guisos, no u eren tan, tots estaben preparats en polla pita. Y com sabíe lo rey que al puesto aon estabe teníe que ñabé abundánsia de animals salvaches y espessialmén de ploma, y com la habíe avisat de la seua vinguda li habíe donat a la Siñora tems per a podé enviá a cassáls, com mol de aixó se maravillae, no va volé péndre ocasió de féla parlá de un atra cosa mes que de les seues gallines; y en cara alegre se va girá cap an ella y li va di:
- Dama, ¿náixen an este país sol gallines sense cap gall? La marquesa, que va enténdre mol be la pregunta, pareixénli que segóns lo seu dessich nostre Siñó li habíe enviat lo momén adecuat per a podé mostrá la seua intensió, girada cap al rey que li preguntabe, va di:

- No, monseñor; pero les dones, encara que en vestits y en honors algo varíen de les atres, totes són igual aquí que a consevol puesto.
Lo rey, sentides estes paraules, be va enténdre la raó de la invitassió a gallines y la virtut que amagaben aquelles paraules y va compendre que en vano se gastaríen les paraules en tal dona y que no ere lo cas de fé aná la forsa; per lo que, aixina com imprudenmen se habíe ensés en lo seu amor, aixina ere sabio apagá per lo seu honor lo mal ensés foc. Y sense fé mes bromes, temén les seues respostes, va diná fora de tota esperansa, y acabat lo diná, li va pareixe que anánsen pronte dissimularíe la seua deshonesta visita, y agraínli lo habél honrat, encomanánlo ella a Déu, sen va aná cap a Génova.

SEXTA

Lo Decamerón en chapurriau

Proemio

Escomense la primera jornada del Decamerón, a la que, después de la explicassió donada per lo autó sobre la raó per la que va passá que se reunigueren les persones que se móstren enraonán entre elles, se enraóne, gobernán Pampínea sobre lo que mes agrade a cadaú. 

Cuan mes, mol grassioses dames, penso lo piadoses que sou per naturalesa, mes vech que la presén obra tindrá al vostre juissi un prinsipi penós y triste, com es lo dolorós recuerdo de aquella pestífera mortandat passada, universalmen funesta y digna de plos per tots aquells que la van viure o van sabé de ella. Pero no vull que per naixó tos arredro seguí lligín com si entre singlots y llágrimes haguéreu de passá la lectura. Este horrorós escomensamén tos sirá com als camináns una montaña áspra y empinada después de la que se trobe amagat un planet hermossíssim y deleitós com la Belenguera de Beseit, que es mes plassenté contra mes gran ha sigut la duresa de la pujada y después u sirá la baixada. Y aixina com lo final de la alegría sol sé lo doló, les miséries se acaben en la alegría que les seguix. An este curtet disgust (y dic curtet perque se explique en poques paraules) seguirá pronte la dolsó y lo plaé que tos hay prometut y que potsé no siríe esperat de tal escomensamén. Y en verdat si yo haguera pogut decorosamen portátos per un atra part en ves de per una senda tan regallada y empinada com esta, u hauría fet de bona gana; pero ya que la raó per la que van passá les coses que después se lligirán no se podíe manifestá sense este recuerdo, com espentat per la nessessidat me disposo a escríureu.
Dic, pos, que ya habíen los añs de la fructífera Encarnassió del Fill de Déu arribat al número de mil tresséns coranta y vuit (1348) cuan a la ilustre siudat de Florencia, nobilíssima entre totes les atres siudats de Italia, va arribá la mortífera peste que o per obra de los cóssos superiós o per les nostres acsións infames va sé enviada sobre los mortals per la justa ira de Déu per a la nostra correcsió. Habíe escomensat algúns añs abáns al paísos de Orién, privánlos de gran cantidat de habitáns, y, continuán sense descans de un puesto a un atre, se habíe anat escampán misserablemen per Ocsidén. Y no valén contra nella cap sabé ni providénsia humana (com la llimpiesa de la siudat de inmundíssies ordenada per los encarregats de alló y la prohibissió de entrá an ella a tots los doléns y los mols consells donáts per a conservá la higiene) ni valén tampoc les humildes súpliques dirigides a Déu per les persones devotes, no una vegada sino moltes, ordenades en prossesóns o de atres maneres, casi al prinsipi de la primavera del añ abáns dit va escomensá horriblemen y de assombrosa manera a mostrá los seus dolorosos efectes. Y no ere com a Orién, aon a qui li eixíe sang del nas li ere manifest signo de mort inevitable, sino que al seu escomensamén los eixíen als mascles y a les femelles tan a les íngles o entrecuix o daball de les axiles o sobaco, sertes unflós, que algunes creixíen hasta la mida de una poma, y atres se feen com un ou, que eren anomenades bubas per la gen. Y de les dites parts del cos, en poc tems va escomensá la pestífera buba a exténdres a consevol part, inmediatamen va escomensá la calidat de la enfermedat a cambiás en taques negres o pardotes que apareixíen a mols als brassos y per les cuixes y a consevol part del cos, a uns grans y rares y a datres minudes y abundáns. Y aixina com la buba habíe sigut y seguíe sén indissi mol sert de mort futura, lo mateix passabe en estes. Y per a curá tal enfermedat no pareixíe que valguere ni aprofitare cap consell de meche o virtut de medissina; aixina, o per la naturalesa del mal o la ignoránsia de los que medicaben (de los que habíe aumentat mol lo número tan de homes com de dones que may habíen tingut cap coneiximén de medissina) no sabiguéren cóm veníe y no sabíen lo remei. Eren mol pocs los que se curaben abáns del tersé día de la aparissió de les siñals abáns dites, y la mayoría sense cap fiebre ni síntoma, se moríen. Y esta pestilénsia va tindre mes gran forsa perque algúns de los que estaben doléns se abalansáben damún dels sanos en los que se comunicaben, com fa lo foc sobre les coses seques o engrassades cuan se li arrimen mol. Y mes allá va arribá lo mal: que no sol lo parlá y lo tratá en los doléns apegabe als sanos la enfermedat, sino que tamé lo tocá la roba o consevol atra cosa que haguere sigut tocada o empleada per aquells doléns. Y assombrós es escoltá lo que ting que di, que si per los ulls de mols y per los meus propis no haguere sigut vist, no me atrevería a créureu, y mol menos a escríureu per mol digna de fe que fore la persona a qui lay haguera sentit. Dic que de tanta virulénsia ere la calidat de la pestilénsia narrada que no sol passabe del home al home, sino que les coses que habíen sigut del home tamé se contamináben en la enfermedat. Los meus ulls van sé testigos un día de aixó: están les despulles de un pobre home mort de tal enfermedat aviáts a la vía pública, y entropessán en ells dos gorrinos, y com segóns la seua costum tot u furgaben, lo estiraben de les galtes primé en lo morro y después en les dens, un momén mes tart, después de unes contorsións y com si hagueren pres veneno, los dos van caure morts an terra damún de les maltratades despulles del home mort. De estes coses, y de bastantes mes paregudes an estes y encara de mes grosses, van náixe temós y superstissións als que quedaben vius, y casi tots se inclinaben a un reméi mol cruel com ere esquivá y fugí dels doléns y de les seues coses; y, fénu, cadaú creíe que conseguíe la salut per an ell mateix. Y ñabíen algúns que pensaben que viure moderadamen y guardás de tot lo innessessari podríe oferí gran ressisténsia a la enfermedat y, reunida la seua compañía, vivíen separats de tots los demés apartánse y tancánse an aquelles cases aon no ñaguere cap dolén y se puguere viure milló, minján en gran prudénsia minjás fins y mol bons vins y fugín de tot exés, sense dixás parlá per ningú ni sentí cap notíssia de fora, ni de morts ni de doléns, tocán instruméns y en los plaés que podíen tindre se entreteníen. Uns atres, de la opinió contraria, afirmaben que la medissina sertíssima per an este mal ere lo beure mol y lo gosá y aná cantán de passeo, divertínse, y satisfé la gana en tot alló que se puguere, y riure y burlás de tot lo roín que passare; y tal com u díen, u féen, anán de día y de nit ara an esta taberna ara a l’atra, bebén tan com sed tingueren y sense pará cap cuenta, y fen sol les coses que los donáben gust o plaé. Tot aixó u podíen fé fássilmen perque tot lo món habíe abandonat les seues coses y cases, per lo que moltes se habíen fet comunes y les feen aná los extrañs, ocupes, igual que les haguere empleat lo propi amo. Y en tot este comportamén de fieres, fugíen de los doléns. Y en tan gran aflicsió y miséria de la nostra siudat, estabe la reverenda autoridat de les leys, tan de les divines com de les humanes, tota caiguda y apocada per los seus ministres y ejecutós que, com los atres homes, estaben doléns o morts o se habíen quedat sense criats y no podíen fé cap ofissi; aixina li ere líssit a tot lo món fé lo que li donare la gana. Mols atres observaben una vía intermija: ni aforrán les viandes com los primés ni allargánse en lo beure y en los atres libertinajes tan com los segóns, segóns la gana, y sense tancás, eixín a rondá portán a les máns flos, herbes que féen bona auló com romé, timó, fonoll y espígol, o algunes espéssies, que se portaben al nas assobín contra lo aire impregnat de la pudina y corrompina de los cóssos morts y carregat y pudén per la enfermedat y les medissines. Algúns eren de sentiméns mes cruels (com si fore mes segú) dién que cap medissina ere milló ni tan bona contra la peste que fugí de ella; y no cuidánse de res mes que de ells mateixos, mols homes y dones van abandoná la propia siudat, les propies cases, les seues possesións y als seus paréns y totes les seues coses, y van buscá atres terres, com si la ira de Déu no haguere de seguíls per a castigá la maldat de los homes en aquella peste y sol haguere de oprimí an aquells que se trobaren dins de los muros de la seua siudat com avisán de que cap persona teníe que quedá allí viva. Y encara que de estos que opinaben de diferentes maneres no van morí tots, no per naixó tots se salvaben. Sen ficaben doléns mols a tot arreu, y habén donat ells mateixos ejemplo cuan estaben sanos als que sanos quedaben, ara se quedaben abandonats per tots. Y no diguém ya que un ressidén esquivare al atre y que casi cap veí cuidare del atre, y que los paréns poques vegades o may se visitaren, y en tal cas, de lluñ. En tan espán habíe entrat esta amargura al pit de los homes y de les dones, que un germá abandonabe al atre y lo tío al nebot y la germana al germá, y moltes vegades la dona al seu home, y lo que mes gros es y casi increíble, los pares y les mares als fills, com si no foren seus, evitaben visitáls y aténdrels. Per lo que als que se ficaben doléns, que eren una multitut incontable, tan homes com dones, cap atre auxilio los quedabe que o la caridat de los amics, de los que ne ñabíen pocs, o la avaríssia de los criats que per unflats salaris y abusius contrates servíen, encara que en tot alló no sen trobaren mols y los que se trobaben eren homes y dones de poc suc, y ademés gens acostumbrats a serví, que casi no valíen per a res mes que per a portá als doléns algunes coses que demanáren o miráls cuan se moríen; y servín en tal mal servissi, se perdíen ells moltes vegades en lo guañat. Y com los doléns eren abandonats per los veíns, los paréns y los amics, y ñabíe falta de criats se va seguí una costum may vista hasta entonses:
que a cap dona per bella o garbosa o noble que fore, si se ficabe dolenta, no li importabe tindre al seu servissi a un home, com fore, jove o no, ni mostráli sense cap vergoña totes les parts del seu cos com haguere fet a un atra dona, si u demanabe la nessessidat de la seua enfermedat. Aixina que aquelles que se van curá van tindre después menos honestidat.
Y ademés, va vindre de alló la mort de mols que si hagueren sigut ajudats se hauríen salvat. Faltaben servíssis que los doléns no podíen tindre y per la forsa de la peste ere tanta a la siudat la multitut de los que de día y de nit se moríen, que fée fredó sentíu di, y mes vóreu. Casi per nessessidat, coses contráries a les costums de los siudadáns van náixe entre los que quedaben vius. Ere costum, aixina com ara encara u veém, que les dones paréns y veínes se ajuntaren a la casa del mort, y allí, en aquelles que mes lo tocaben, ploraben; y per un atra part dabán de la casa del mort en los seus paréns se reuníen los seus veíns y mols atres siudadáns, y segóns la calidat del mort allí veníe lo clero, y lo difún, a muscles dels seus iguals, en un funeral de pompa de sera y cántics, a la iglesia triada per nell abáns de la mort ere portat. Estes coses, después de escomensá a aumentá la ferossidat de la peste, casi del tot o en gran part van pará, y unes atres noves van vindre al seu puesto. Per lo que no sol sense tindre moltes dones al voltán se moríe la gen sino que eren mols los que de esta vida passaben a l’atra sense testigos; y mol poquets ñabíe de aquells que ressibíen les piadoses ploreres y les amargues llágrimes dels seus paréns. Al revés, en ves de llágrimes van sé mes normals les risses y los chistes y lo festejá en compañía. Esta costum, les dones, la habíen adeprés mol be. Y ere mol raro vore cadávers que foren acompañats per mes de deu o dotse dels seus veíns a la iglesia; als que ya no portaben a muscles los honrats y amats siudadáns, sino una espéssie de enterradós eixits de la gen baixa que se féen cridá faquines y féen este servissi cobrán be, ficánse daball del ataúd y portánlo en pressuroses passes, no an aquella iglesia que s´haguere abáns de la mort disposat, sino a la que estabe mes prop lo portaben, detrás de cuatre o sis móssens, en poques llums, y a vegades sense cap. En la ajuda de los faquines, sense cansás en un ofissi massa llarg o solemne, a consevol sepultura desocupada, la que primé trobaben, de terra lo colgaben. De la gen baixa, y potsé de la mijana, lo espectácul encara estabe ple de mes miséria, perque éstos, o per la esperansa o la pobresa retinguts la mayoría a les seues cases, quedánse als seus barris, sen ficaen doléns per milenás cada día, y no sén ni servits ni ajudats per dingú, sense cap redensió se moríen tots. Y mols acababen a la vía pública, de día o de nit; y si se moríen a les seues cases, en la corrompina dels seus cóssos féen sentí als veíns que estaben morts; y entre éstos y los atres que per tot arreu se moríen, una aglomerassió. Ere sobre tot observada una costum per los veíns, moguts mes per la temó de que la corrupsió de los morts no los ofenguere que per l´amor que tingueren als finats. Ells, o sols o en ajuda de algúns portadós cuan ne podíen tíndre, traíen de les cases los cóssos de los morts y los ficaben dabán de les portes (aon, espessialmen pel matí, haguere pogut vore un sensenúmero de ells qui se haguere passejat per allí) y allí féen vindre los ataúds, y va ñabé mols als que per no ñabén los van ficá damún de consevol tauló. Tampoc va sé un sol ataúd lo que se va emportá juntes a dos o tres persones; ni va passá una vegada sol, sen hagueren pogut contá bastantes, que la dona y lo home, dos o tres germáns, o lo pare y lo fill, anigueren juns a la caixa. Y moltes vegades va passá que, anán dos móssens en una creu a per algú, se van ficá tres o cuatre ataúds, portats per portadós, detrás de ella; y aon los retós creíen tindre un mort per a sepultá, sen ajuntaben sis o vuit, o potsé mes. Tampoc eren éstos en llágrimes o llums o compañía honrats, la cosa habíe arribat a tan que igual se cuidabe de los homes que moríen com de les cabres; per lo que va apareixe manifestamen que alló que lo curs natural de les coses no habíe pogut en los seus minuts y raros mals mostrá als sabios que se debíe soportá en passiénsia, u fée la grandesa de los mals hasta en los simples, aprofitats y despreocupats. Per a la gran caterva de morts que a totes les iglesies, tots los díes y casi totes les hores, ere conduída, no ñabíe prou terra sagrada als fossás (y máxime volén doná a cadaú un puesto propi segóns la antiga costum), se féen per los sementeris de les iglesies, después de está tot ple, fósses grandíssimes a les que se ficaben per sentenás los que arribaben, y com se fiquen les mercansíes als barcos en capes apissonades, en poca terra se colgaben hasta que arribabe a ran de terra. Y per a no aná buscán per la siudat tots los detalls de les nostres passades miséries, dic que no tampoc sen va salvá lo campo dels voltáns. Dixán los burgos, que eren pareguts, per poblassió, a la siudat, per les aldees escampades per nell y los campos, los llauradós pobres y les seues famílies, sense meches ni ajuda de criats, per los carrés y per los collets y per les cases, de día o de nit, no com a homes sino com a bésties se moríen. Estos, dixades les costums com a les siudats, no se ocupaben de cap de les seues coses o faenes; y tots, com si esperaren a la mort, se esforsaben en tot lo seu talento no en ajudá als fruits de los animals y de la terra y de los seus passats traballs, sino en gastá tot los que teníen a má. Per lo que los bueys, los burros, les ovelles, les cabres, los gorrinos, los pollastres y hasta los mateixos gossos fiels al home, van sé expulsats de les cases y aventáts per los campos, aon les cullites estaben abandonades, sense sé ni arreplegades ni segades, y los animals campaben per aon los apetíe y se acampaben com podíen; y mols, com si foren rassionals, después de habé pasturat be durán lo día, per la nit sen entornaben fartets a les seues cases sense cap guía de pastó. ¿Qué mes pot dis, dixán lo campo y tornán a la siudat, tanta va sé la crueldat del sel, y potsé en part la de los homes, que entre la forsa de la pestífera enfermedat y per sé mols doléns mal servits o abandonats per la temó que teníen los sanos, a mes de sen mil criatures humanes, entre mars y juliol, se té per sert que dins de los muros de Florencia los va sé arrebatada la vida, que potsé abáns de la enfermedat no se hauríe estimat que ñaguere a dins tanta gen? ¡Oh qué grans palaus, cuántes cases tan majes, cuántes nobles morades plenes per dins de gen, de Siñós y de dames, se van quedá forres hasta de chiquets! ¡Oh cuáns memorables linajes, cuántes amplíssimes herénsies, cuántes famoses riqueses se van vore quedá sense hereu! ¡cuáns valerosos homes, cuántes hermoses dones, cuáns joves ben pitos als que Galeno, Hipócrates o Esculapio hagueren jusgat saníssims, van amorsá en los seus paréns, compañs y amics, y arribat lo tardet van sopá en los seus antepassats a l´atre món!
A mí mateix no m´agrade aná revolcánme entre tantes miséries; per lo que, dixán les que puc evitá, dic que, están la nostra siudat de habitáns casi forra, va passá, aixina com yo u vach sentí a una persona digna de fe, que a la venerable iglesia de Santa María la Nova, un dimats de matí, no ñabén casi cap atra persona, sentits los divinos ofissis en hábits de dol, com demanáben éixos tems, se van trobá sat dones joves, unides o per amistat o per vessindat o per sé familia, de les que cap habíe passat los vin añs ni ne teníen menos de devuit, discretes totes y de sang noble y hermoses de figura, adornades en robes, y honestes. Los seus noms diría yo com cal si una justa raó no me impediguere féu, no vull que per les coses contades de elles que vénen ara, y per lo escoltat, cap pugue avergoñís mes abán, están avui una mica mes restringides les leys del plaé que allacuanta, per les raóns abáns dites. Ni tampoc vull doná materia als envejosos (disposats a deshonrá tota vida loable), de disminuí de cap manera la honestidat de les valeroses dones en converses desconsiderades. Pero, sin embargo, per a que alló que cada una va di se pugue compéndre sense confusió, en noms conveniéns a la calidat de cada una, les nombraré: La primera, y la de mes edat, se dirá Pampínea, la segona Fiameta, Filomena la tersera, la cuarta Emilia, Laureta la quinta, la sexta Neifile, y la radera, la séptima, Elisa.

Estes mosses se van ajuntá a una de les parts de la iglesia com preparades a sentás en corro, y después de mols suspiros, dixán de resá padrenuestros, van escomensá a cavilá sobre la condissió de los tems moltes y variadas coses; y después de un rato, callán les demés, aixina va escomensá a parlá Pampínea:

- Vatres podéu, volgudes Siñores, tan com yo habé sentit moltes vegades que a dingú ofén qui honestamen fa ús del seu dret. Natural dret es de tots los que náixen ajudá a conservá y deféndre la seua propia vida tan com poden, y consedíume aixó, ya que alguna vegada ya ha passat que, per conservála, se hayguen matat homes sense cap culpa. Y si aixó consedixen les leys, que regulen lo bon viure de tots los mortals, honesto es que, sense oféndre a dingú, natros y consevol atre, faiguém aná los micháns que pugám per a la conservassió de la nostra vida. Sempre que me fico a considerá les nostres acsións de este matí y les ya passades y penso cuáns y quins són los nostres pensaméns, compreng, y vatres igual u podéu compéndre, que cada una de natros tingue temó per nella mateixa; y no me maravillo per naixó, me admiro de que passánmos a totes lo tindre sentimén de dona, no agarrém alguna compensasió de alló que en raó temém. Estém vivín aquí, al meu paréixe, com si vullguérem y tinguérem que sé testigues de cuans cóssos morts se porten a la sepultura, o escoltá si los flares de aquí dins (lo número de ells ya casi ha arribat a cero) cánten los seus ofissis a les hores que toque, o mostrá a consevol que aparégue, per los nostres hábits, la calidat y la cantidat de les nostres miséries. Y, si eixím de aquí, o veém cóssos morts o doléns portats per los carrés, o veém aquells a qui per los seus crímens o maleses la autoridat de les públiques leys ha condenat al exili, burlánse de elles perque van sentí que los seus ejecutós estaben morts o doléns, y en violénsia y fogosidat recórren la siudat, o als merdes y brossa de la nostra siudat sentí que los diuen faquines, y sentí cansonetes deshonestes que mos insulten. Y no sentím mes que «estos están morts», y «tals atres están morínse»; y si ñaguere qui puguere féu, per tot arreu sentiríem doloroses ploreres. Y si a les nostres cases torném, no sé si a vatres com a mí tos passe: yo, de familia numerosa, no vach trobá datra persona an ella mes que a la meua criada, me esglayo y séntigo que me se esturrufen los pels, y me pareix, aon sigue que vach o me quedo, vore la sombra de los que han mort, y no en les cares que solíen tindre, sino en un aspecte horrible, monstruós, no sé aón adquirit, y me espanto. Tan aquí com fora de aquí, y a casa, me trobo mal, y mes ara que me pareix que no ña cap persona que encara tingue pols al señ y puesto aon aná, com tením natros, dingú que se haygue quedat aquí mes que natres. Y hay sentit y vist moltes vegades que si algúns ne queden, aquells, sense fé cap distinsió entre les coses honestes y les que no u són, sol en que les ganes lay demánon, y sols o acompañats, de día o de nit, fan lo que milló sels oferix; y no sol les persones libres sino tamé les tancades als monasteris o convéns, convensudes de que los convé alló, trencades les leys de la obediénsia, se donen a delíssies carnáls, de esta manera pénsen salvás, y se han fet lujurioses, cachondes y depravades. Y si aixina es, com se veu, ¿qué fem aquí natros?, ¿qué esperám?, ¿qué ensomiám? ¿Per qué tením mes perea y som mes lentes per a la nostra salvassió que tots los demés siudadáns? ¿mos reputém de menos valor que tots los demés?, ¿o creém que la nostra vida está lligada en cadenes mes fortes al nostre cos que les de los atres? Estém equivocades, mos engañám, qué tontes som si u creém aixina. Tan com vullguém recordá cuáns y quins han sigut los joves y les dones vensuts y vensudes per esta cruel pestilénsia, tindrém una demostrassió claríssima. Y per naixó, no sé si tos pareixerá a vatres lo que a mí me pareix: yo penso que, aixina com mols u han fet abáns que natros y fan, ixquém de esta terra y anigám a les nostres viles del campo (totes ne tením) y allí tingám festa, alegría y plaé sense traspassá lo límit de lo raonable. Allí se sénten cantá los muixonets, se veuen verdejá los collets y los plans, y les finques plenes de blat, sivada y avena fan oles com lo mar y ñan moltes classes de ábres, y lo sel es mes cla y blau y ubert. Lo sel, per mol enfadat que estigue, no mos negue les seues belleses eternes, que mol mes majes són que los muros de la nostra siudat. Y es allí, ademés, lo aire mes fresquet y puro, y de les coses que són nessessáries a la vida ña allí mes abundánsia, y ñan menos de les que estorben: perque allí, encara que tamé se móriguen los llauradós com aquí los siudadáns, ofén menos, perque ñan menos cases y habitáns que a la siudat. Y aquí, per un atra part, si u vech be, no abandoném a dingú, abáns podém en verdat di que ham sigut abandonades: perque los nostres, o morínse o fugín de la mort, com si no siguérem seues mos han dixat en tanta pena. Cap reproche pot fes a seguí este consell, mentres que lo doló y lo disgust, y potsé la mort, podríen víndremos si no lo seguim. Y per naixó, si tos pareix, en les nostres criades y fénmos seguí de les coses oportunes, avui an este puesto y demá an aquell, la alegría y la festa que an estos tems se pugue crec que estará be que les disfrutém; y que mos estiguém allí hasta que veigam (si primé la mort no mos alcanse) quin final reserve lo sel an estes coses. Y enrecordéuton que no es res roín anámon honestamen cuan gran part de los atres deshonestamen se queden.
Habén escoltat a Pampínea les atres dones, no sol van alabá lo seu raonamén y consell sino que, en dessich de seguíl, habíen ya entre elles escomensat a considerá lo modo de féu, com si al eixecás de aon estaben assentades inmediatamen hagueren de ficás en camí. Pero Filomena, que ere discretíssima, va di:
- Siñores, per mol ben dit que haigue estat lo raonamén de Pampínea, no ham de córre a féu aixina com pareix que voléu. Tos recordo que som totes dones y no ña cap tan chiqueta com per a no sabé cóm se gobernen les dones juntes sense la providénsia de cap home. Som caprichoses, abalotadores y abalotades, desconfiades, temoriques y apocades, coses per les que mol dudo que, si no agarrém un atra guía mes que la nostra, se desfará esta compañía mol pronte y en menos honor per a natros del que siríe menesté: y per naixó bo es péndre providénsies abáns de escomensá.
Va di entonses Elisa:
- En verdat los homes són lo cap de la dona y sense la seua direcsió poques vegades arribe alguna de les nostres obres a un fin loable: pero ¿cóm podém trobá estos homes? Totes sabém que de los nostres están la mayoría morts, y los atres que viuen s´han quedat un aquí y un atre allá, sense que sapigám aón, fugín de alló de lo que natros tamé volém fugí, y lo admití a extrañs no siríe convenién; per lo que, si volém córre detrás de la salut, mos convé trobá lo modo de organisámos de tal manera que allí aon volém trobá gust y repós no trobém disgust y escándol. Mentres les dones estaben en estos raonaméns, entren a la iglesia tres joves, que no u eren tan per a que no tinguere lo menos vintising añs lo mes jove: ni la calidat y perversidat de los tems, ni la pérdua de amics y de paréns, ni la temó habíe pogut extinguí l´amor en ells, ni siquiera arrefredál. A un li díen PánfiloFilostrato lo segón y lo radé Dioneo, tots amables y cortesos; y estaen buscán a les seues dames, que estaben entre les sat nomenades, y les atres eren paréns de algún de ells. Pero primé van arribá ells als ulls de éstes que éstes van sé vistes per nells; per lo que Pampínea, entonses, sonrién va escomensá:

- La fortuna mos es favorable y mos ha ficat dabán an estos joves valerosos que mos farán en gust de guíes y criats.
Neifile, entonses, que se habíe ficat tota roija de vergoña perque ere una de les amades per los joves, va di:
- Pampínea, per Déu, mira lo que dius. Reconeixco que només coses bones poden dis de consevol de ells, y crec que poden oferí bona y honesta compañía no sol a natros sino a datres mol mes hermoses y estimades del que natros som; pero com es cosa manifesta que están enamorats de algunes de les que aquí están, ting temó de que mos seguixquen difamassións y reproches, sense tindre cap culpa ni natros ni ells, si mols emportém en natros.
Va di entonses Filomena:
- Ixo rai; allá aon yo honestamen viga y no me rossego la consiénsia, que parlo qui vullgue en contra: Déu y la verdat agarrarán per mí les armes. Pos, si estigueren disposats a vindre podríem di en verdat, com Pampínea va di, que la fortuna mos es favorable.

Les demés, sentín an estes parlá aixina, de acuerdo van di totes que foren cridats y sels diguere la seua intensió; y los rogaren que vullgueren tíndreles per compañía al viache. Per lo que, sense mes paraules, ficánse de peu Pampínea, que per consanguinidat ere parenta de un de ells, se va atansá cap an ells, que estaben parats com estaquirots miránles y, saludánlos en alegre gesto, los va fé manifesta la seua intensió y los va rogá en nom de totes que en puro y fraternal ánimo vullgueren tíndreles com a compañía. Los joves van creure primé que los fee la burla, pero después van vore que la dama parlabe en serio y van declará alegremen que estaben preparats, y sense mes tardansa, van doná órdens del que s´habíe de fé per a prepará la partida. Y ordenadamen fen prepará totes les coses oportunes y enviades aon ells volíen aná, en son demá de matí, aixó es, en dimecres, al clarejá lo día, les dones en algunes de les seues criades y los tres joves en tres dels seus criats, eixín de la siudat, se van ficá en camí, y no mes de dos milles se habíen alluñat de ella cuan van arribá al puesto primé dessidit. Estabe tal puesto a lo alt de una montañeta, per tot arreu una mica separat dels camíns, ñabíen diferéns arbustos, abrets, ábres y plantes, tots y totes verts y verdes, frondosos y frondoses y agradables de mirá; a la punta del puch ñabíe una masada en un gran y hermós pati al mich, y en galeríes y en sales y en alcobes totes elles bellíssimes y adornades en alegres pintures dignes de sé mirades, en pradets al voltán y en jardíns maravillosos y en pous de aigua fresquíssima y en bodegues plenes de pressiats vins: coses mes apropiades per als bons bebedós que per a les sobries pero no abstémies y honrades dones. La masada, ben agranada y en les alcobes y los llits fets, y plena de cuantes flos se podíen trobá a la estassió, y alfombrada en rames de jungs escampadetes, va ressibí la compañía que arribabe. Y al reunís per primera vegada, va di Dioneo, que mes que cap atre jove ere agradable y ple de ingenio:

- Siñores, la vostra discressió mes que la nostra previssió mos ha guiát aquí; yo no sé qué es lo que intentéu fé als vostres pensaméns: los meus los hay dixát yo a dins de les portes de la siudat cuan en vatres hay eixit de ella, y per naixó o vatres tos disposéu a entretíndretos y a riure y a cantá en mí (tan, dic, com convé a la vostra dignidat) o me donéu llisénsia per a que a per los meus pensaméns men entorna y me queda an aquella siudat desolada.
A lo que Pampínea, com si s´haguere desfet de tots los seus pensaméns, va contestá alegre:
- Dioneo, mol be parles: ham de viure en alegría, pos les tristeses mos han fet fugí. Pero com les coses que no tenen orden no poden durá mol tems, yo que vach sé la inissiadora de los contactes per los que se ha format esta bona compañía, pensán en la continuassió de la nostra alegría, estimo que es de nessessidat triá entre natros an algún com a prinsipal a qui honrém y faigám cas com a superió, pero que tots los seus pensaméns se dirigíxquen a fémos viure alegremen. Y per a que tots próbon lo pes de les preocupassións jun en lo plaé de la autoridat, dic que a cadaú per un día se li dono lo pes y en ell lo honor, y quí sirá lo primé de natros se faigue per elecsió de tots. Los que continuarán, al arrimás la nit, sirán aquell o aquella que vullgue lo Siñó o Siñora del día, y los Siñós, segóns lo seu arbitri, durán lo día del seu señorío, ordenarán lo modo en que ham de viure. 

Estes paraules van agradá y a una veu la van triá com a Reina del primé día, y Filomena, corrén mol depressa cap a un lloré, perque moltes vegades habíe sentit parlá de cuán honor donáe a qui ere en lloré coronat, agarrán algunes rames, va fé una guirnalda o corona ben arreglada y lay va ficá damún de la coroneta. Va sé alló, mentres va durá aquella compañía, manifest signo a tots los demés del Real Señorío y privilegio. Pampínea, feta Reina, va maná que tots callaren, y habén fet ya cridá allí als criats de los tres joves y a les seues criades; y callán tots, va di:

- Per a doná lo primé ejemplo a tots vatros, per a que la nostra compañía en orden y en plaé y sense cap deshonor vixque y duro tan com pugám, nombro primé a Pármeno, criat de Dioneo, lo meu senescal, y an ell encomano lo cuidado y la solissitut per a tota la nostra familia y lo que perteneix al servissi de la sala. Sirisco, criat de Pánfilo, vull que sigue administradó y tessorero y que seguixque les órdens de Pármeno. Tíndaro, al servissi de Filostrato y de los atres dos, que se ocupo de les seues alcobes cuan los atres, ocupats en los seus ofissis, no puguen ocupás. Misia, la meua criada, y Licisca, de Filomena, estarán seguit a la cuina y prepararán les viandes que digue Pármeno. Quimera, de Laureta, y Estratilia, de Fiameta, volém que estiguen pendentes del gobern de les alcobes de les dames y de la llimpiesa de los puestos aon estiguém. Y a tots en general, volém y los ordenám que se guardon, aon sigue que vaiguen, de consevol puesto del que tornon, consevol cosa que séntiguen o veiguen, y de portá de fora cap notíssia que no sigue alegre. -

Y donades estes órdens, eixecánse de peu, va di:
Aquí ñan jardíns, aquí ñan prats, aquí ñan atres puestos mol bons, per los que vaigue cadaú al seu gust a esparsís; y al sentí lo toque de tersia, tots estiguen aquí per a minjá a la fresca.
Despedida, pos, per la ressién Reina, la alegre compañía, los joves y les belles dones, parlán de coses agradables, en pas lento, sen van aná per un jardí fénse hermoses guirnaldes de flos y fulles y cantán amorosamen. Y después de habé passat aixina lo rato que los habíe sigut consedit per la Reina, tornán a la masada, van vore que Pármeno habíe escomensat lo seu ofissi, per lo que, al entrá a una sala de la planta baixa, allí van vore les taules parades en mantels blanquíssims y en tasses que pareixíen de plata, y totes les coses cubertes de flos y de rames de ginesta; per lo que, rentánse tot les máns, com li va apetí a la Reina, segóns lo juissi de Pármeno, tots van aná a assentás. Les viandes delicadamen fetes van arribá y van sé escansiats vins finíssims, y en silénsio los tres criats van serví les taules. Alegrats tots per estes coses, que eren hermoses y ordenades, en plassenté ingenio y en festa van minjá; y eixecades les taules, com totes les dames sabíen ballá los danzes de carola, y tamé los joves, y part de ells tocá y cantá mol be, va maná la Reina que vinguéren los instruméns: y per orden seua, Dioneo va agarrá un laúd y Fiameta una viola, y van escomensá a tocá una dansa suave. Per lo que la Reina, en les atres dames, agarránse de la má en corro en los joves, com si fore una sardana o un ball sardo, en pas lento, enviáts a minjá los criats o sirviéns, van escomensá una carola: y cuan la van acabá, van cantá cansóns amables y alegres. Y aixina van passá tan tems com a la Reina li va pareixe, antes de maná que sen teníen que aná a dormí; donán a tots llisénsia, los tres joves a les seus alcobes, separades de les de les mosses, sen van aná. En los llits ben fets y tot ple de flos com la sala se van trobá. Igualmén les seues les dames, per lo que, despullánse, se van gitá a dormí.
No fée mol que habíe sonat nona cuan la Reina, eixecánse, va fé eixecás a tots los demés, afirmán que ere roín dormí massa de día. Van amorsá be y van passá lo rato, y después sen van aná a un prat aon la herba ere verda y alta y lo sol no podíe entrá ni per cap regata; y allí, aon se sentíe un suave airet, tots se van assentá en corro sobre la verda herba tal com la Reina va volé. Y ella los va di:
- Com veéu, lo sol está alt y la caló ya aprete, y res se sen mes que les chicharres als olivés o les oliveres, per lo que aná ara a consevol puesto siríe sense duda tontería. Aquí estem be y fresquets, y ñan, com veéu, tableros y pésses de ajedrez, y cadaú pot, segóns lo que al seu ánimo li dono mes plaé, chalá. Pero si tos vinguere en gana, podríem contámos cuentos y aixina passaríem esta calenta part del día. Cuan haigáu acabat tots de contá una história cadaú, lo sol ya haurá baixat y haurá menguat la caló, y podríem aná a entretíndemos aon mes gust mos dono; y per naixó, si aixó que hay dit tos agrade (ya que estic disposada a seguí lo vostre gust), fému; y si no tos apetiguere, que faigue cadaú lo que mes li agrado hasta la hora de véspres. Les dones y tots los homes van alabá lo novelá.

- Entonses - va di la Reina - , si tos apetix, an esta primera jornada vull que cadaú parlo del que mes li chauche.
Y girada cap a Pánfilo, que estabe assentat a la seua dreta, amablemen li va di que en una de les seues históries escomensare; y Pánfilo, sentit lo mandato, rápidamen, y sén escoltat per tots, va escomensá aixina:

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Lo Decamerón en chapurriau

PRIMERA JORNADA. NOVELA CUARTA

Un flare, caigut en pecat digne de castic gravíssim, se libre de la pena acusán discretamen al seu abad de la mateixa culpa.

Ya calle Filomena, acabada la seua história, cuan Dioneo, que a la voreta de ella estabe assentat, sense esperá de la Reina un atra órden, sabén ya per lo orden escomensat que an ell li tocabe ara parlá, de esta manera va escomensá a di:
Amoroses Siñores, si hay entés be la intensió de totes, estém aquí per a satisfémos a natros mateixos novelán, y per naixó estimo que a cadaú té que séli permitit (y aixina va di la nostra Reina, fa poc, que siríe) contá aquella história que mes cregue que pugue divertí; per lo que, habén escoltat cóm per los bons consells de Giannotto de Civigní va salvá la seua alma lo judío Abraham y cóm per la seua prudénsia va deféndre Melquisidech les seues riqueses de la trampa de Saladino, vull contá en quina destresa se va librá un flare de un castic gravíssim.
Va ñabé a Lunigiana, poble no mol lluñ de éste, un monasteri mes abundán en santidat y en monjos del que u es avui. Allí, entre atres flares, ne ñabíe un de jove en mol vigor y vitalidat que ni lo dijú ni les vigilies podíen machacá. Este, un día cap a la vora de michdía, cuan los atres monjos dormíen tots, habén eixit sol per la roglada de la seua iglesia, que estabe a un puesto solitari, va alcansá a vore a una joveneta ben hermosa, filla potsé de algún de los llauradós de la comarca, que caminabe per los campos agarrán sertes herbes: encara no la habíe vist be cuan va sé fieramen assaltat per la incontinénsia carnal, es a di, se va fotre ruén com un caliu.
Per lo que, arrimánse, en ella va trabá conversa y tan van aná de una paraula a un atra que se van ficá de acuerdo y se la va emportá a la seua alcobeta sense que dingú sen donare cuenta. Y mentres ell, transportat per lo dessich, sense pará molta cuenta jugabe en ella, va passá que lo abad, eixecánse de dormí y passán sense fé soroll per dabán de la seua alcobeta, va sentí los gañols y l´abalot que féen los dos juns; y per a conéixe milló les veus se va arrimá a poquetet a la porta de la alcobeta a escoltá y claramen va sentí que dins ñabíe una dona, y va está tentat de fes obrí; después va pensá que convendríe tratá alló de un atra manera y va torná a la seua alcoba, va esperá a que lo flare ixquere fora. Lo flare, encara que en grandíssim plaé estiguere ensegat en aquella jove, no dixabe de tindre temó y, pareixénli habé sentit un arrastrá de peus per lo dormitori, va arrimá un ull a un foradet y va vore claríssimamen al abad escoltánlos y va compendre mol be que lo abad habíe pogut sentí que la jove estabe a la seua alcobeta. Sabén que de alló li vindríe un gran castic, se va assustá y apená mol; pero sense voldre mostrá a la jove res del seu neguit, rápidamen va imaginá moltes coses buscánne alguna que li donare salut. Y se li va ocurrí una nova malíssia, fingín que li pareixíe habé estat prou rato en aquella jove li va di:
- Vach a eixí a buscá la manera en que íxques de aquí dins sense sé vista, y per an aixó quédat en silénsio hasta que torna.
Y eixín y tancán la alcobeta en clau, sen va aná directamen a la cámara del abad, y donánlay, tal com tots los monjos féen cuan eixíen, li va di en tranquilidat:

- Siñó, yo no hay pugut este matí portá tota la lleña que había tallat, y per naixó, en la vostra llisénsia, vull aná al bosque y portála.
Lo abad, per a podé informás mes de la falta cometuda per nell, pensán que no sen habíe donat cuenta de que l´habíe sentit, se va alegrá en tal ocasió y de bona gana va agarrá la clau y li va doná llisénsia. Y después de vórel anássen va escomensá a pensá qué siríe milló fé: o en presénsia de tots los monjos obrí la alcobeta (celda) de aquell y féls vore la seua falta per a que no ñaguere ocasió de que murmuraren contra nell cuan castigare al flare, o primé sentí de ell cóm habíe ocurrit aquell assunto. Y pensán que aquella podríe sé la dona o filla de algún home a qui ell no voldríe fé passá la vergoña de mostrála a tots los monjos, va pensá que primé voríe quí ere y pendríe después partit; y anán a la celda, la va obrí, va entrá a dins, y va torná a tancá la porta. La jove, veén vindre al abad, se va ficá blanca, y tremolán va escomensá a plorá de vergoña. Lo siñó abad, que li habíe ficat la vista damún y la veíe hermosa y fresca, encara que ell fore agüelo, va sentí de repén tamé los abrassadós estímuls de la carn que habíe sentit lo seu jove flare, y per an ell se va escomensá a di:
«Bah, ¿per qué no péndre yo del plaé cuan puc, si lo desagrado y lo doló encara que no los vullga, me están esperán? Ésta es una hermosa jove, y está aquí aon dingú al món u sap; si la puc portá a donám gust no sé per qué no u hauría de fé. ¿Quí u sabrá? Dingú u sabrá may, y lo pecat tapat está mich perdonát. Un cas aixina no me passará potsé may mes. Penso que es de sabios péndre lo be que Déu mos envíe».
Y diénse aixó, y habén del tot cambiat lo propósit que allí lo habíe portat, arrimánse mes a la jove, va escomensá a consolála y a rogáli que no plorare; y anán de una paraula a un atra, va arribá a manifestáli lo seu dessich. La jove, que no ere de ferro ni de diamán, en bastanta fassilidat se va ressigná als gustos del abad: ell, después de abrassála y besála moltes vegades, puján al llit del flare, y en considerassió potsé del pes de la seua dignidat y de la tendra edat de la jove, tenín temó de oféndrela en massa pes, no se va ficá damún del pit de ella sino que la va ficá an ella sobre lo seu pit y durán un bon rato se va divertí en ella.
Lo flare, que habíe fingit anássen al bosque, habénse amagat al dormitori, com va vore al abad entrá sol a la seua alcobeta, casi del tot tranquilisat, va jusgá que la seua estratagema li ixiríe be; y, veénlo tancás a dins, u va tindre per mol sert. Y eixín de aon estabe, va aná hasta un foradet per aon va vore lo que lo abad fée y va sentí lo que díe. Pareixénli al abad que se habíe entretés prou en la joveneta, tancánla a la alcoba, sen va entorná a la seua cámara; y después de un rato, sentín al flare y creén que tornáe del bosque, va pensá en empéndrel duramen y fel encarselá per a tíndre per an ell sol la guañada presa; y fénlo cridá, duramen y en mala cara lo va repéndre, y va maná que lo portaren a la presó. Lo flare rápidamen va contestá:
- Siñó, yo no hay estat tan tems a la orden de San Benito per a que puga habé adeprés totes les seues regles; y vos encara no me habíeu enseñat que los monjos tenen que acordá tanta preferénsia a les dones com al dijú y les vigilies; pero ara que me u hau amostrat, tos prometixgo, si me perdonéu esta vegada, no pecá mes y fé sempre lo que tos hay vist fé a vos. Lo abad, que ere un home espabilat, va enténdre que aquell no sol sabíe lo que habíe fet sino que lo habíe vist, per lo que, sentín remordiméns de la seua mateixa culpa, se va avergoñí de féli al flare lo que ell tamé se mereixíe; y perdonánlo y manánli silénsio sobre lo que habíe vist, en tota la discressió van traure a la joveneta de allí, y encara se pot creure que mes vegades la van fé torná.

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