LA CONDESA TRAIDORA, CASTILLA


3.3. LA VIDA CORTESANA

154. LA CONDESA TRAIDORA (SIGLO X. CASTILLA)

El de las manos blancas


El conde castellano Garcí Fernández, hijo de Fernán González, era un joven apuesto del que se dice que enamoraba a las damas por la belleza de sus manos, que debía ocultar con guantes. Tal es así que enamoró a Argentina, una princesa francesa que pasaba por Castilla hacia Santiago, con la que se casó. No obstante, las continuas ausencias del conde enfriaron el amor, y Argentina acabó regresando a Francia tras un conde francésperegrino, abandonando al castellano. Decidió Garcí Fernández vengarse y, disfrazado de mendigo, marchó a Francia. Merodeando por el palacio donde vivía Argentina, supo de la existencia de Sancha (en la realidad era la condesa ribagorzana Ava, hija de los condes Ramón II y Garsenda), hija del conde con el que aquélla había huido, y decidió enamorarla valiéndose de sus manos. No sólo logró tal propósito, sino que, deslizándose furtivamente hasta el lecho de los adúlteros, les dio muerte, huyendo a Castilla con Sancha, a quien su padre el conde y Argentina tenían encerrada.

Una vez en Castilla, Garcí Fernández y Sancha se casaron naciendo de ambos un niño llamado Sancho. Pero la infidelidad surgió de nuevo y Sancha, siguiendo el ejemplo que le diera su padre, el conde francés, se entregó a Almanzor, que le prometió en secreto hacerla reina si le ayudaba a vencer a las tropas castellanas, con las que mantenía un constante duelo.

La traidora Sancha preparó una estratagema diabólica: estando al cuidado de los establos condales, hizo alimentar con salvado en lugar de cebada al caballo de García Fernández, debilitando así sus fuerzas. Y consiguió, asimismo, que el conde diera permiso a la mayor parte de sus guerreros con motivo de la Navidad. Advirtió inmediatamente a Almanzor quien, reclutando una nutrida hueste, entró en tierras de Castilla, sorprendiendo al conde castellano, que, dada la debilidad de su montura, fue hecho prisionero y llevado a Córdoba donde murió.

Sancha tramó también la muerte de su propio hijo Sancho, preparándole una pócima mortal, aunque una sirvienta fiel avisó al joven conde de ello. Cuando su madre trató de hacerle beber el mortal brebaje, éste le obligó a que bebiera ella primero lo que significó su muerte. Almanzor, que de nuevo iba a tomar por sorpresa a los castellanos, se vio descubierto, sufriendo una tremenda derrota que acabó con su vida. El conde Sancho había salvado a Castilla y al mundo cristiano hispano.

[Iglesias Manuel, Roda de Isábena, pág. 41; — «Leyendas y tradiciones ribagorzanas. La condesa traidora», en Cuadernos Altoaragoneses, 66 (1988), pág. VI.]


García Fernández el de las Manos Blancas (Burgos, c. 938a​-Medinaceli, 995) fue conde de Castilla de 970 a 995.


Hijo de Fernán González y Sancha Sánchez, seguía reconociendo la superioridad jurídica de los monarcas leoneses, aunque tuvo plena autonomía administrativa en su territorio. Para hacer frente al peligro musulmán que se cernía sobre sus fronteras, amplió la base social del condado promulgando las ordenanzas sobre los caballeros villanos de Castrojeriz, equiparando a los caballeros villanos con los infanzones: aquellos campesinos que dispusieran de un caballo para la guerra serían equiparados automáticamente con los nobles de segunda clase.